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Estos 12 años con Messi

Cada temporada esperamos de Messi que ya no sea el mismo y por fin comience su debacle. Llevamos 12 años así. Queremos encumbrar a Neymar, Dybala o a cualquiera que destaque mínimamente antes que ver a Leo en su trono. La de herederos que le han salido estos 12 años. Tendemos a situar a Cristiano a su altura porque se le acerque en el Balón de Oro, ese galardón que premia cifras en vez de talento. Ha pasado durante los 12 años que llevan coincidiendo. Quizá por eso naturalizamos que Messi lleve 500 goles y 29 títulos con el Barça. Seguro que estos 12 años han sido los más fáciles.

Nos cansamos de debatir si Messi es mejor que Maradona, si lo que hace él es equiparable a lo que hizo el Diego. Y así van 12 años. Criticamos que nunca haya ganado nada con Argentina, al mismo tiempo que reconocemos que Argentina es Leo y poco más. Eso ha dado la impresión estos 12 años. Cuestionamos la personalidad aparentemente apagada del culé y preferimos las más estrambóticas y mediáticas de otras estrellas. Son 12 años insistiendo. Ahondamos en sus problemas con la justicia y en cualquier cosa que rodee al fútbol más que con ningún otro jugador del mundo. Desde hace 12 años que lo hacemos.

Nos preguntamos cosas trascendentales como por qué vomita sobre un campo y qué hay detrás. En 12 años hay tiempo para las regurgitaciones. Nos alarmamos porque juegue todos los minutos y nunca quiera ser sustituido, a diferencia, supuestamente, de otros que sí prefieren ser suplentes y jugar lo menos posible. Demasiado Messi para estos 12 años. Y demasiado Messi para nosotros, generación privilegiada que coincidió con él  a diferencia de otras. Algún día, ya sin él sobre el campo, nos daremos cuenta. Tarde, seguramente.