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Guadalajara (México)Actualizado a
Jiménez se viste de héroe y Chivas es campeón de la Copa
Ulises Ruiz BasurtoEFE

Toda historia de éxito necesita un héroe. Huele a campeón cuando Luis Gabriel Rey se para frente al manchón. Miguel Jiménez ya ha atajado dos disparos. El colombiano dispara a la izquierda del arquero. Adivina. Se tiende. Ataja. Es definitivo el 3-1. El Estadio Chivas explota. Guadalajara conquista la Copa MX.

Es el primer título en este escenario. Y la gloria no conoce de trofeos grandes o chicos. Por eso, el campeonato llena de felicidad a más de 42 mil aficionados y 11 jugadores que han grabado su nombre en las históricas páginas del Rebaño Sagrado. El grito de “¡portero, portero!” estalla mientras se entregan las medallas.

Cuando el capitán Carlos Salcido levanta el trofeo, la nación rojiblanca parece comprenderlo al fin: no es sólo un título. Es el primero del Estadio Chivas. El primero en 20 años para el Guadalajara jugando como local. Y es, sobre todo, un campeonato más conquistado con el mayor orgullo de este equipo: puros mexicanos.

Tensión de final. El inicio del encuentro es difícil no solo para el Chivas, sino para su afición. La casa del Rebaño Sagrado no termina de encenderse. Tal vez espera explotar con un gol. Tal vez no. Imposible saber. Es un escenario primerizo. Nunca antes se había definido un título en ese césped.

Y más, con el primer susto: Gastón Lezcano conecta un zapatazo potente, de lejos, que pasa apenas por un lado. El graderío enmudece. Sin embargo, para Morelia es prácticamente todo durante la primera mitad. El trámite es del Guadalajara. Se juega al ritmo de Chivas decide. Eso permite la conexión paulatina de los seguidores.

Lo dicho: tensión de final. Monarcas defiende con orden. El Rebaño Sagrado ofende con mucho ímpetu, pero pocos recursos. No hay una pared que deje mal parada a la zaga. Tampoco una acción individual que desequilibre. El cuadro tapatío recurre al disparo lejano. Una y otra vez. Con el mismo nulo resultado.

Primero, Carlos Fierro, con un derechazo potente y por encima, al ‘9. Enseguida, Ángel Zaldívar que controla de pecho y dispara de primera, por encima, un minuto más tarde. Poco, después, de nuevo Fierro, pero ahora de zurda. Busca el poste más lejano, pero la bola sale desviada, al ’12.

Como si se tratara de una práctica de tiro, el Guadalajara insiste. Cero puntería. Orbelín Pineda recorre al centro. Derechazo por un lado (’14). Alan Pulido, con una mejor opción a su derecha, opta por la individual. El resultado: derechazo de nuevo desviado. Es tanta la ansiedad que las ideas se nublan.

El único tiro dentro de los tres postes: Carlos Fierro intenta un servicio; se lo tapan y en el rebote, conecta de zurda, a las manos del arquero Sebastián Sosa. Chivas es dueño del esférico. Y eso siempre tiene su valor. Pero toda superioridad no reflejada en el marcador es mera demagogia.

Por si fuera poco, malas noticias: Ángel Zaldívar se lastima solo. Disputa la pelota con Juan Pablo Rodríguez. El veterano no lo toca. El pie se le queda atorado en el césped. Grita. Levanta la mano. Entran las asistencias. Hace un último esfuerzo. Al apoyar, cae de nuevo. No puede más. El “Chelo” se va. Rodolfo Pizarro ingresa al ’38. Duro golpe para el ánimo rojiblanco.

En el arranque del complemento, peligro real. Por fin. Carlos Fierro levanta la mirada desde el costado derecho. El centro va cargado de intención. Preciso. Deja solo a Alan Pulido. El cabezazo del atacante es como ordenan esas reglas no escritas del fútbol: potente y picado. Donde le duele al arquero. Pero Sebastián Sosa se estira portentosamente. Desvía con lo justo. Atajadón. Chivas se pierde el primero.

Tenso es el encuentro. No porque Morelia produzca demasiado al frente, sino porque el riesgo de cualquier error costoso siempre está latente. Guadalajara insiste, mas no se desboca. Tiro libre al ’56: Néstor Calderón cobra por encima de la barrera, pero a las manos de Sosa. Para superar al arquero visitante, hace falta más.

La presión se siente en la tribuna, a medida que el partido transcurre y el gol no llega. Javier Eduardo López, ingresado de cambio, controla por derecha. Recorre hacia el centro para acomodarse a la pierna zurda, la que mejor domina. El disparo es inteligente, busca la base del poste más lejano. Pero Sebastián Sosa vuela de nuevo. Otro atajadón, al ’76. El arquero de Morelia ya es factor.

El partido se estira hasta lo máximo. Morelia ha plantado un cuadro alternativo. El mismo que lo ha llevado a esta instancia. Su mente está más puesta es los últimos tres partidos de Liga MX, en los que se jugará la permanencia en Primera División. Propone poco. Con el 0-0, manda el encuentro a la definición desde el manchón penal.

El panorama se complica cuando Carlos Salcido falla la primera ejecución y Mario Osuna anota por Morelia. Pero el destino de los héroes siempre está escrito. Y no se puede evitar. Miguel Jiménez hoy tiene que salir a hombros. Por el Rebaño Sagrado anotan Hedgardo Marín, Alan Pulido y Orbelín Pineda. Pero la Copa es toda del portero, al atajar los disparos de Jorge Zárate, David Cabrera y Luis Gabriel Rey.

Así es la historia, para los ganadores. La cuarta Copa que va a las vitrinas del Guadalajara. Pero significa más: es la enésima demostración de que un equipo exclusivo de mexicanos es capaz de no solo competir, sino de ganar. Porque ese es el gran orgullo de Chivas. Ese es el gran orgullo del campeón de Copa MX.

Monarcas Morelia