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ATLÉTICO 3 - OSASUNA 0

Carrasco hizo de Griezmann

El Atleti tomó fuerzas ensayando con Osasuna cómo rasgar un equipo que sale sólo a defenderse. Y eso que tenía un ojo en Inglaterra,

México
Carrasco celebra uno de sus goles al Osasuna.
JAVIER GANDUL

Se aplaudió mucho y muy alto en el Calderón. El más especial fue en el minuto 71’. Pronto la explicación, ese nombre, Tiago, Tiago, Tiagooo. Volvía el portugués después de cuatro meses y qué larga se había hecho su ausencia. El más alto, escasos minutos después, cuando al fin debutaba Cerci en LaLiga. El “Cholo sácalo, Cholo sácalo” hacía mucho rato que llenaba todo el aire del Calderón. En ese momento, el Atleti y el partido ya eran una fiesta.

El Atleti tomó fuerzas ensayando con Osasuna cómo rasgar un equipo que sale sólo a defenderse. Y eso que, con un ojo en Inglaterra, el Atleti de ayer era un Atleti mezcla, con más habituales que no. Pero si faltaban Koke (sanción), Gabi (descanso), Griezmann o Saúl (en el banquillo), Carrasco hizo de Griezmann y Filipe de Filipe y con eso bastó para que Simeone, a partir del sesenta, pudiera pensar sólo en la vuelta de cuartos ante el Leicester sin remordimientos. Osasuna no fue capaz de rematar a puerta ni una vez. Berenguer trató de ocupar mucho campo estuvo demasiado solo.

Pero antes de que Tiago volviera, que Cerci debutara al fin en Liga, todo sobre el Calderón fueron buenas noticias. Era partido especial, el último Día del niño en un estadio que en tres partidos echará el cierre. Lo decía ese Ale, ale, aleee, ale, ale, aleee, Ale, Ale, Atleti que se escuchaba cuando el balón echó a rodar. Ocho minutos tardaron los jugadores del Atleti en acoplarse. Jugaba Lucas por Savic, Correa por Griezmann, Gaitán por Saúl.

Los cambios

Y no por ser el último Día del niño del viejo estadio. Ni siquiera por ver a los no habituales con la responsabilidad de hacer que no se notaran las faltas, Koke, por sanción, Gabi, descanso, Saúl o Griezmann, banquillo. Lo mismo dio. Lucas, Gaitán y Correa cumplieron y Thomas y Giménez, doble pivote que sonaba a extraña pareja y resultó un acierto. Si el ghanés cumplió perfecto, sosteniendo sin complicarse, el uruguayo no sólo barrió cada balón que le pasó cerca, también lució zancada y potencia, en una jugada en la que recibió, giró y corrió como si fuera Griezmann. Al llegar al área cedió a Correa pero éste lanzó fuera. Era la primera ocasión del Atlético en el partido. Le había hecho un agujero a la línea de cinco defensas de Osasuna, por ahí se colaría Carrasco.

Aprovechando la velocidad de sus laterales y con Gaitán, más delgado y más participativo y el belga en modo flecha, el gol no tardaría. Fue después de tres córners seguidos, de casi rozarlo Godín de cabeza, de un resbalón de Correa. Lo encontró Carrasco con un derechazo desde fuera del área. Seco, raso, pegado al palo. El muro de Vasiljevic estaba deshecho.

Ale, ale, aleee, ale, ale, aleee, Ale, Ale, Atleti... Otra vez esa música, nada más comenzar la segunda parte una imagen extraña, Griezmann y Savic calentando en la banda, con un tercer hombre que pronto fue el nombre que llena todo el aire del Calderón. Tiago, Tiago, Tiagooo. Calentando, en la banda, ahí. Carrasco, de pronto, volvía a dirigir todos los focos al césped. Gaitán se ponía un centro perfecto desde la izquierda y sólo tenía que rematar para batir de nuevo a Sirigu.

Sin Griezmann, el belga hizo de Griezmann. Simeone ya podía pensar tranquilamente en Inglaterra y comenzar a dar descanso a aquellos habituales que sí habían jugado. El primero, Filipe. Después, eso sí, de que El hijo del viento le hubiera puesto otro gol a su temporada, y ya van tres, tres en los últimos cuatro partidos. Este desde la frontal, tras aprovechar un pase de Correa. La envió raso y colocada al segundo palo, allá donde Sirigu no llegaba. Y la pegó con la derecha, por cierto, su pierna mala, aunque este chico demostró hace tiempo que nada malo tiene.

Entonces llegó el regreso de Tiago, el debut en Liga de Cerci, los olé, olé, olé del Calderón cada vez que el italiano tocaba un balón y también la nube negra. Y no fue Osasuna quien la trajo, aunque con la entrada de Miguel de las Cuevas jugó más cerca del área de Oblak, se acercó al menos. Fue la maldición de los penaltis, que regresó de lleno y congeló todos los olés. El primero fue en el 88, sobre Carrasco. Carrasco, antes de tirarlo, se lo ofreció a Tiago, pero el portugués dijo que no. La grada, cómo no, pedía a Cerci, pero el balón había vuelto al belga y buscaba el hat-trick. Su deseo se topó con el guante de Sirigu. Un minuto después una mano de Miguel de las Cuevas en el área tendría el mismo castigo. Penalti. La grada volvió a pedir a Cerci, Giménez se lo sugirió a Thoma, que dijo que ‘nanainas’: él lo había provocado, él lo tiraría. Lo envió por el centro, pero su final fue el mismo, el guante de Sirigu.

No todo podía ser perfecto. Ojalá el martes no haya tanda, eso sí.