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Real Madrid

Ancelotti mostró a Zidane como ganar al Bayern en Múnich

El francés era el segundo de Carletto en el 0-4 de 2014. En aquel partido Bale jugó en banda y el equipo defendió con un 4-4-2

Madrid
Ancelotti y Zidane juntos en el banquillo del Madrid.
JOHN MACDOUGALLAFP

Son 115 años de historia y sólo hubo un triunfo en casa del Bayern. En las once visitas oficiales del Madrid a Baviera sólo Ancelotti consiguió domar a la Bestia y... ¡de qué manera! Un 0-4 épico al Bayern del tiqui-taca de Guardiola en lo que muchos consideran una de las mejores noches europeas del Madrid (títulos al margen). El italiano borró de un plumazo la historia negativa en Baviera y confirmó que él era el azote del Bayern: dejó su balance contra los germanos en seis victorias y dos empates.

En 20 minutos, Ramos ya había hecho dos goles de cabeza en jugada de estrategia. La goleada la cerró el doblete de Cristiano. Ambos estarán en el once de mañana. De aquel día repetirán seis madridistas en la alineación a los que hay que añadir a Kroos que les sufrió en sus carnes. Del Bayern repiten siete. El que estuvo aquel día con un rol secundario e intentará emular a Ancelotti es Zidane.

El francés fue el segundo de Carletto en su primer año el en Madrid. Zizou, además de trabajar la parte técnica con los jugadores, hizo las mejores prácticas posibles bajo la tutela del de Reggiolo. El Allianz será el examen que mida si aquel día Zidane aprendió la lección. Enfrente de su ‘profesor’.

Lo cierto es que el equipo de Zidane tiene similitudes con el de Ancelotti. Este Madrid también usa las jugadas de estrategia a la perfección, por ejemplo. Pero también hay diferencias. Zidane ha sido partidario de las rotaciones, mientras que Ancelotti mantenía más a su once. Donde los dos han sido tajantes es con la indiscutible BBC, que casi obliga al 4-3-3. Pero ese día Zidane fue testigo directo en el vestuario de como Ancelotti destruyó el tiqui-taca pidiendo un esfuerzo. “Defendemos 4-4-2. Atacamos como siempre”. Bale retrasó su posición y el final lo había pronosticado Rummenigge: Múnich ardió.