Lo primero que hizo Pellegrino fue rotar a todo su equipo para dosificar al personal. No está el horno para bollos tras la derrota en el Bernabéu y el desplazamiento a Barcelona para jugar contra el Espanyol. Sólo dos hombres (Pacheco y Ely) habían salido en el once inicial ante el Real Madrid. Llorente regresaba al conjunto tras pagar el peaje de la cláusula del miedo pero, en el fondo, ocho futbolistas no suelen ser del once de gala (todos a excepción del centrocampista cedido por el Real, Femenía y el cancerbero).
Osasuna continuó con su esquema de tres centrales. El estado de depresión que vive el club provocó, extrañamente, que no viajaran demasiados navarros a la capital vasca. Eso y el hecho de que se jugará un miércoles por la noche. Además, la misma salió bastante fresca.
Osasuna le salió respondón al Alavés con un Sergio León que tuvo tres claras oportunidades. Especialmente una en el 25' a la que respondió Pacheco como un gato despejando con una mano milagrosa. En el Alavés, Alexis, Femenía, Llorente y Romero eran la espina dorsal. Santos también tuvo una buena ocasión de cabeza pero Sirigu protagonizó una gran primera parte.
Dani Torres para los locales y De las Cuevas en Osasuna desaprovecharon dos ocasiones clamorosas nada más comenzar la segunda mitad. El primero de cabeza y el segundo en un cara a cara con Pacheco. La entrada de Ibai Gómez provocó que Romero, incansable, dejara la banda y distribuyera juego en la media punta pero centrado. Pero Osasuna se supo pertrechar atrás y desactivó al conjunto vitoriano. Cuando parecía que el empate a cero iba a ser el resultado definitivo, llegó la genialidad de Alex Berenguer que supuso el tanto de la victoria. Los navarros se llevaron un balón de oxígeno del feudo albiazul y siguen soñando con el milagro de la permanencia.