Nurkic destroza a sus ex y deja casi hecho el octavo del Oeste
Los Blazers ganan una 'final' a los Nuggets a los que ahora aventajan en un triunfo con el desempate a favor. Venganza a lo grande de Nurkic.
Los Blazers ganaron mucho más que un partido en una final contra los Nuggets: 122-113 en un duelo directo por el octavo puesto del Oeste, el último que da acceso a playoffs y que pinta a que se queda en Oregón. Ahora es 36-38 por 35-39, solo un partido de diferencia pero con el desempate a favor y un calendario mucho más sencillo. También mejor inercia. Todo apunta a que tras un nefasto primer tramo de temporada los Blazers van a salvar los muebles con el regreso a playoffs… y el cuento de hadas de los Nuggets de Jokic se va a quedar a las puertas. Veremos.
Lo increíble es que el ejecutor principal, y son cosas que pasan tantas veces en el deporte profesional que no hay nada de casual en ello, fue un ex. No hay peor cuña que la de la propia madera. Tras jugar un muy prometedor año rookie, Jusuf Nurkic fue el odd man out, el tipo que de repente sobraba en las Montañas Rocosas porque en el inicio de esta temporada quedó claro que no podía compartir pista con Jokic. Desmotivado y cegado por el resplandor del serbio, el oso bosnio vagó hasta el traspaso invernal a Portland. En esta temporada promediaba 8 puntos y 5,8 rebotes con los Nuggets y está en 14 y más de 10 con los Blazers. Y más: en este trascendental duelo directo contra sus ex terminó con 32 puntos (el tope de su carrera) y 16 rebotes. Llevaba 21 puntos al descanso, cifra que solo alcanzó en dos partidos completos en su etapa en Denver. Y después del partido envió un recadito al equipo que le traspasó y que ve como zarpa sin él el barco de los playoffs: “Les deseo a todo un feliz verano”. Ajá. En Portland, mientras, le adaptan a su estilo la estatua que los Lakers han erigido a Shaquille O’Neal...
El partido pasó de un primer tiempo tremendo y sin defensas (66-64) a un segundo cada vez más dominado por los Blazers, que después de un carrusel de cambios de mando e inercia fue el primer equipo que se puso las pilas en defensa y fue abriendo una brecha que poco a poco inclinó el triunfo, de un 78-76 a un 107-96. Nurkic (9/11 en tiros libres cuando en Denver no llegaba al 50%, más cosas...) allanó por tierra el ataque aéreo de Lillard (19+6+7) y sobre todo McCollum, que anotó 39 puntos. Con ese big three a pleno rendimiento y el apoyo en intendencia de Aminu, los Blazers parecieron, sencillamente, mejores.
Para los Nuggets, con una dura gira todavía por delante, las costuras se siguen descosiendo. Mike Malone, que ha acertado en muchas cosas (la principal: convertir a Jokic en su rey sol) no da una rotación estable y ordenada. Y al terminar el partido Faried le mandó un recado (“nos han derrotado desde la dirección”) mientras Barton miraba al panorama global de la franquicia (“tenemos que saber qué somos y qué queremos ser”). No parecen frases de un equipo que sigue a tiro de un partido del octavo puesto después de tres años sin playoffs. Hasta ensombrecido por la furia de Nurkic, Jokic rozó el triple-doble (17+8+8). Pero el segundo anotador tuvo que ser Jameer Nelson (23 puntos) mientras fallaba demasiado Gallinari (1/8 en triples, 3/15 en tiros, 13 puntos). Todavía hay tela por cortar, pero el ambiente de Oregón al final del partido, y en los dos bandos, apuntaba a que se había abierto una brecha mayor de la que indica la clasificación. Una definitiva.