KRASNODAR 0 - CELTA DE VIGO 2 | EUROPA LEAGUE
El Celta se mete a cuartos por la puerta grande
El Celta se impuso al Krasnodar también a domicilio con goles de Mallo y Aspas. El club gallego disputará la ronda de cuartos por cuarta vez en su historia y después de 16 años.
Son de la comarca de O Morrazo, son celtistas desde la cuna y cada vez que marcan un gol se señalan el escudo. Hugo Mallo e Iago Aspas, amigos inseparables, han firmado el pase del Celta a cuartos de final (techo histórico del club) con dos goles que ya están en el Museo de Balaídos. Marinense y moañés, compañeros de habitación y de mil batallas, apasionados y temperamentales a partes iguales, símbolos del vestuario y de la grada, orgullo de A Madroa, significan la esencia de este Celta que caminó haciendo equilibrios por el borde del precipicio de Segunda y ahora se encuentra a dos pasos de la cima de Europa. Lo que anteayer se veía como un reto inalcanzable hasta en sueños, está ahora al alcance de la mano. Es el milagro de O Morrazo.
Berizzo y todos sus pupilos, sin excepción, habían rechazado la especulación como arma tras las ventaja adquirida en la ida. Muchas veces, sobre todo en el fútbol, las palabras son papel mojado. En este Celta, el estilo es sagrado. Y lo volvieron a demostrar con un partido soberbio, de equipo grande. Tardaron tres segundos (literalmente) en robar el primer balón y lanzarse a la portería contraria. Enseguida se adueñaron de la pelota y comenzaron a marear al Krasnodar, sobre todo por el costado de Sisto, que convirtió a Martynovich en un juguete. El único momento delicado se vivió a la media hora de partido, cuando los rusos avasallaron durante cinco minutos. Primero Pereyra obligó a Sergio a intervenir y acto seguido Claesson disparó desviado.
Lejos de temblarle las piernas, el Celta se serenó controlando el balón y armando el ataque con paciencia. Los vigueses tenían el dominio del juego, pero el marcador era demasiado ajustado para que el corazón se relajara. Hasta que apareció la conexión de O Morrazo.
Éxtasis. En el inicio del segundo acto, Guidetti introdujo un balón en el área para que Aspas embocara. Una mano de Petrov evitó el gol del moañés, quien recogió el rechace e intentó deshacerse del defensa con una cabriola. Cuando ya se disponía a disparar, desde Marín llegó un huracán para fusilar a toda Rusia. El gol de Mallo dibujó sonrisas infinitas a casi 4.000 kilómetros de distancia. Y después apareció el mago Aspas para finiquitar la eliminatoria con su enésima vaselina. En la tierra de Karpin y Mostovoi, Mallo y Aspas se confirmaron como zares.
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