Los Redskins se desintegran y despiden a McCloughan
El general manager ha sido destituido justo el mismo día en el que se abre la agencia libre en una demostración de ineptitud como se recuerdan pocas.
En una decisión que revela una ineptitud pocas veces vista en la NFL, los Washington Redskins han destituido a Scot McCloughan, su general manager, el mismo día en que comenzaba la agencia libre. Se puede ser un desastre en la gestión y se pueden ser los Washington Redskins.
El despido no es ninguna sorpresa. McCloughan llevaba cerca de un mes sin estar en las oficinas de la franquicia. No estuvo en la Combine y el proceso de renovación de jugadores claves de la plantilla pareció paralizado. Las excusas dadas, como el fallecimiento de su abuela, no sólo no convencieron a nadie sino que sirvieron para afianzar que algo raro pasaba.
McCloughan tiene problemas con la bebida. Es alcohólico. Especular con que ha recaído y por eso ha estado apartado de sus responsabilidades ha sido la norma en Washington. Pero los Redskins fueron un paso más allá ayer al filtrar, en forma de fuente anónima, que el ya ex general manager había llegado bebido al vestuario en alguna ocasión. Sea cierto o falso (pues su agente lo ha negado enfáticamente), es miserable filtrarlo ayer para justificar el despido de esta forma y no ser más sensible ante un problema que requiere de apoyo y sensibilidad. Una cosa es salir a dar la cara y explicarlo y otra este tipo de subterfugios.
Pero yendo al asunto deportivo, la franquicia se ha convertido en zona catastrófica tras este cataclismo.
Nadie quiere estar allí
Dos de las piezas más importantes de la plantilla, los receptores DeSean Jackson y Pierre Garçon, han salido disparados y no han mirado atrás en cuanto la agencia libre se lo ha permitido. El primero se ha ido a los Buccaneers y el segundo a los 49ers. Chris Baker, el DT, ha acompañado a Jackson en su viaje a Tampa Bay.
Kirk Cousins, el quarterback titular del equipo, y al que han etiquetado como 'jugador franquicia' por segundo año consecutivo, lo que equivale a pagarle 24 millones de dólares, ha implorado por el traspaso. Su destino preferido es San Francisco y, aunque de momento se le ha negado, no quiere seguir un minuto más en Washington.
Es muy probable que le mantengan, pues tienen la sartén por el mango, pero parece una situación con la que va a ser muy difícil convivir.
El peor momento
La pregunta que no se ha resuelto en este asunto, no obstante, sigue siendo la misma: ¿por qué si McCloughan, por el motivo que sea, no tiene la confianza de la dirección para llevar el equipo, le despiden justo ayer? Ninguna de las hipótesis deja en buen lugar a Dan Snyder, dueño de la franquicia, ni a Bruce Allen, presidente de la misma.
Ahora lo que tienen entre manos es una plantilla que se cae a pedazos, disgustada y con ganas de irse, un quarterback que sueña con huir, una división que no para de fortalecerse a su alrededor y un puesto vacante de general manager. Justo el día en que más necesario es de todo el año.