Arsene Wenger se enfrenta a su mayor crisis desde su llegada al Arsenal en 1996. El francés ha sobrevivido a grandes tormentas pero la humillante derrota por 10-2 (dos 5-1) ante el Bayern en los octavos de la Champions ha supuesto un tsunami del que podría no salir vivo. El club le ofrece renovar dos años pero la situación parece insostenible. El técnico ya estuvo desde 2005 hasta 2014 sin ganar títulos pero esta vez la crisis va más allá de los resultados. Entonces, la opinión pública le apoyó por su impagable contribución al fútbol inglés durante su primera y revolucionaria década en Inglaterra. Además, se entendía que competía en desigualdad de condiciones para pagar el Emirates Stadium a base de vender a sus estrellas. Esta temporada parecía diferente. Wenger gastó por fin pero los fichajes no suman y el equipo sólo no ha dicho adiós a la Fa Cup. Pero esta vez quizá ni ella sirva para arreglarlo. Cerca de 500 aficionados se manifestaron contra el míster y una bronca reciente con Alexis indica que el ambiente en el vestuario también está enrarecido. “Todo lo bueno tiene un final,” decía una de las pancartas mostradas en el Emirates. El de Wenger, tras 21 años, puede llegar este verano.