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SEVILLA 1 - ATHLETIC 0

El Sevilla, sin gasolina, se agarra a la Liga con un gol de Iborra

El valenciano estaba dentro del área cuando remachó el penalti fallado por Jovetic. Agónico Sevilla que sufrió hasta el final. El Athletic mereció más.

México
El Sevilla, sin gasolina, se agarra a la Liga con un gol de Iborra
CRISTINA QUICLERAFP
LALIGA

El Sevilla pide a gritos una estación de servicio. Va justísimo de gasolina. Sólo, y ya es mucho, su capacidad de resistencia, su orgullo competitivo y el aliento de su gente le permitieron resistir el bombardeo del Athletic, que apretó y mereció puntuar de largo. Pero el Sevilla llegó a la orilla y ganó un partido que le pone a tiro de Madrid y Barcelona en una admirable carrera en la que, a distancia, aparenta ir perdiendo energía y estar extenuado, pero de la que está saliendo con una voluntad admirable. El Sánchez Pizjuán despidió encendido a los suyos, que se mantuvieron en la cima otro día más gracias a Iborra, ese héroe de guardia. Mientras otros miraban cómo Jovetic fallaba el cuarto penalti de la temporada, el capitán pisó el área antes que nadie (ilegalmente, por tanto) para marcar un gol, tres puntos. Un tesoro.

Fue un partido bravísimo en el que Sevilla tocó a rebato nada más salir. Jovetic, un bisonte, rozó el gol dos veces y se pidió el penalti que Etxeita cometió sobre Vietto. Fue un espejismo. El motor del Sevilla, castigado por una temporada salvaje, gripó pronto. Y el partido viró. Beñat y San José cogieron el mando pese al buen partido de Kranevitter, Muniain se metió bien entre líneas y Lekue fue muy dañino para Escudero. Arriba estaba Raúl García, que se inventó un cabezazo precioso que describió una parábola imposible para Rico. El balón se estrelló en el palo. Fue la primera de una sucesión de oportunidades del Athletic. Al Sevilla, que no paraba de achicar agua, no le llegaba la camisa al cuello y no le alcanzaban las piernas.

Valverde reclamó la segunda amarilla a Jovetic por una entrada a Beñat pero Ocón Arraiz se tragó el silbato y se abstuvo. No sólo en esa jugada. En todas. Nervión entendió la excepcionalidad del momento, la oportunidad histórica que es pelear una Liga, y llevó en volandas a un equipo que boqueaba. Mientras encuentra la estación de servicio, Iborra y le fe son la gasolina del Sevilla.