Ganar un derbi, soñar una Liga
Al final, para Sampaoli el derbi también era único. Sólo había que verlo escaleras arriba del túnel de vestuarios abrazado a Lillo después de haber volteado un partido del que había sido barrido por un gran Betis en la primera parte pero en el que supo ser intervencionista. Sampaoli redibujó a un Sevilla que estaba lleno de grietas y que se dedicaba a achicar balones. La casa se le quemaba y pintaba a incendio, con Heliópolis entusiasmado por el 1-0. Iborra dijo que "algo" sucedió al descanso en el vestuario.
Iborra es uno de los únicos cuatro supervivientes de la plantilla que ganó la tercera Europa League (primera de la segunda tanda) en 2014. De Turín sólo aguantan Carriço, Vitolo, Pareja y el valenciano, que después de la marcha de Reyes y Coke quedó como capitán y líder de un vestuario en continua ebullición. A medida que Iborra se fue haciendo gigante, primero para facilitar el empate de Mercado y luego para hacer, ilegalmente, el 1-2, el Betis fue menguando, sin respuestas para el nuevo dibujo que se había inventado Sampaoli, sin piernas y sin ánimo. Iborra, en fin, cambió el curso de un partido de dos caras. El Sevilla sigue siendo el rey del derbi. Sucede que, no hace tantos años, sus victorias se celebraban hasta el amanecer para festejar la hegemonía en la ciudad. Ahora, ganarlo le hace candidato a ganar la Liga. Eso son palabras mayores.