Con Reyes los 90', el Espanyol golea a un Osasuna con diez
Marcaron Caicedo, Jurado y Gerard. El ecuatoriano falló un penalti que supuso la expulsión de Oier. El Espanyol se aferra a Europa y hunde a los rojillos.
La fe es uno de los más recurrentes argumentos no futbolísticos a los que se apela en el balompié. A la fe en Caicedo se había encomendado Quique Sánchez Flores en la previa, y el ecuatoriano le correspondió con tanta lógica como la que contiene dicha fe: un gol, un gran pase que acabó en penalti y un fallo en la ejecución del mismo. Fe también la de Jurado, cuestionado durante la semana por su sigilosa salida del Bernabéu y autor ante Osasuna de un gol y de varios detalles del jugador creativo que es. Por no mencionar la fe del omnipresente Gerard, con la recompensa del gol en el minuto 91. Una cuestión de fe, como diría Enric González, la del sueño europeo del Espanyol. Y, por supuesto, fe ya es prácticamente lo único a lo que se pueden agarrar los rojillos para no descender.
Se celebraba en Cornellà el Carnaval, con un concurso incluido, pero el premio al mejor disfraz se lo llevó Vasiljevic, quien se vistió de inventor, al prescindir sorprendentemente de Sergio León y Oriol Riera, autores entre ambos de 12 de los 26 goles de Osasuna, pero que no entraron ni de refresco. Por su parte, Quique contó con Caicedo y devolvió a David López al pivote, que pese a tratarse de su hábitat solo lo había ocupado en un partido este curso; y tal vez por eso vio su primera amarilla en 22 jornadas.
Pero, igual que los sistemas (se decantaron ambos por un 4-4-2, como habían previsto), el guion inicial contuvo pocas sorpresas. Se hizo el Espanyol con el control, buscando los pases de Jurado desde la medular a la espalda de los defensas, y aguardó Osasuna, al que los pericos no dejaban salir con el esférico jugado.
Ahora bien, una cosa es esperar y otra, hacer la estatua. Le sucedió a la zaga rojilla en el 1-0, que no fue una primera ni una segunda, sino una tercera jugada. La peleó Piatti en dos instancias y acabó el balón en los pies de Hernán, quien estrenó su ciudadanía española entregando desde la derecha un centro a Caicedo para que cabeceara a placer.
Y de la parsimonia se pasó a la agresividad, a los 27 minutos. Esta vez el ecuatoriano cedía un gran pase a Gerard, quien era derribado por Oier, primero, y Sirigu, después. Se sacaba Clos Gómez una tarjeta roja que parecía destinada al portero, pero que recibió el lateral al considerar el árbitro que en su zancadilla y agarrón se había desentendido de la pelota. Sirigu, no obstante, aún iba a acaparar protagonismo, al adivinar el lanzamiento de penalti de Caicedo, ajustado a su izquierda, y detenerlo.
Y, por si todavía albergaba Osasuna esperanzas de empatar con diez, el Espanyol se las arrebató nada más reanudarse el choque. Servía un córner Piatti, despejaba Loe y desde la frontal empalmaba Jurado, cuyo chut superó un mar de piernas, incluso las de Unai (que había entrado, para colmo, tras la expulsión), quien tocó levemente.
A partir de ahí, la alegría del Espanyol, hasta una ola hubo, fue inversamente proporcional a la apatía de un Osasuna al que se le agotan el tiempo y las matemáticas tras un trompazo solo comparable al que se dio Vujadinovic con Diego López o al garrafal error de Causic en el añadido, que cedió atrás para que Gerard Moreno redondeara la goleada con una vaselina sobre Sirigu.
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