El Real Madrid de Gustavo Ayón se clasifica a cuartos de Euroliga
El equipo madrileño venció a Darussafaka con un Llull que sigue a ritmo de récord. Batió su récord de valoración en Europa (31) y rompió el duelo con 19 puntos en el primer cuarto.
El Madrid ofreció la Copa a su afición y Sergio Llull se encargó de alargar la fiesta con el mejor cuarto de toda su carrera, al menos por números. Fue para abrir fuego, en el primer acto, y resultó memorable: 19 puntos (dos canastas sin fallo y 5 de 6 de tres). Clavó cuatro triples seguidos, dos desde el lado derecho (uno a la carrera) y otros dos desde la izquierda. En seguida llegó el quinto. Y también sumó dos rebotes y tres asistencias para 24 de valoración en esos diez minutos cuando su récord en la Euroliga hasta esta jornada era de 28.
Un registro que batiría in extremis, en la última acción. Terminó con 31 (y 26 puntos) al embocar desde el medio del campo su sexto triple. Cerraba así otra emotiva noche del madridismo canastero.
Estamos acostumbrados a los demarrajes incontenibles del base en los finales de partido. Lo vimos durante toda la Copa y ante el Darussafaka también nos dejó un obús-guinda desde casi la línea que marca el campo atrás, la que ha dado tanto que hablar en los últimos días. Esta vez, sin embargo, había hecho añicos al rival de salida. Como ante el Barça en la final liguera de 2015, cuando puso el 2-0 tras encadenar cinco triples sin fallo en el primer cuarto.
Pesó más en Llull y en el Madrid la pasión de volver a casa un mes después con un título bajo el brazo, la inercia del campeón, que el desgaste extremo de Vitoria después de tres desenlaces en el alambre y dos prórrogas. A la exhibición ofensiva (127 de valoración, 28 asistencias y 16 triples con un acierto del 53%), el Real añadió concentración atrás. Sujetó a un adversario plagado de clase y bien entrenado por David Blatt, aunque irregular porque como quien dice acaba de echar a andar.
A Llull le relevó en la anotación un Hunter perfecto en las continuaciones. Provocó tres dos más uno tras recibir en carrera y colgarse del aro con furia. Randolph mantuvo el nivel alto de la Copa, aunque más racheado. Y Thompkins entró despistado y evitó los apuros con once tantos en el cuarto periodo. El Madrid tocó los 21 de ventaja (58-37) y controló bien los empellones de talento enemigo. Que fueron varios y con distinto sello: Wanamaker, Anderson y… Zizic. Qué jugador el croata. Un martillo pilón bajo el aro. Rápido, potente y reboteador nato.
El achuchón más preocupante llegó con cuatro triples turcos consecutivos y un parcial de 2-14: 69-60. Tiempo muerto de urgencia antes de que Hunter y Randolph devolvieron la tranquilidad al líder. La que da saberse ya clasificado matemáticamente para el playoff de cuartos a siete jornadas del final. En esta Euroliga eso es casi una gesta. Que le pregunten al Barça o al Baskonia.
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