Mis dos niños, de 13 y 10 años, presumen de ser del Atleti. Ellos, como miles de chavales de esa edad, se sienten orgullosos de su equipo. Esa generación de chicos ha visto a unos futbolistas capaces de competir de tú a tú con los mejores. Estos chicos y chicas no entienden ni de complejos ni de miedos por medirse a Madrid, Barça, Bayern o Liverpool. Ahora son ellos los que transmiten esa fuerza a los demás.
Si los más jóvenes creen, todos creemos. Si los más jóvenes consideran que el Atleti es grande y poderoso, los demás también. Si ellos van al estadio convencidos de que se puede ganar a cualquiera... En mi adolescencia era muy difícil ver esa corriente de fe en las propias posibilidades. Me alegro de que un niño sea el socio 100.000 del Atleti. Un niño como símbolo de un club que va a más, con más peñas, seguidores. Un chico de tres años que se sabe el himno y posa con alegría con su camiseta. Enhorabuena. En los colegios ya no es raro ver rojiblancas. Lo contrario. Más cuando se pierde.