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El viejo Calderón aún reparte emociones

Vamos arrancando las últimas hojas del calendario de la vida del Calderón y tengo la impresión de que las emociones se acumulan. Estamos viendo grandes noches de Champions, pero también trances de extrema emoción en el fútbol nacional. El partido de Copa contra el Barça tuvo tal brinco de un tiempo a otro que se hizo inolvidable. El de anoche ante el Celta fue de nuevo un viaje de montaña rusa, con el Atleti remontando dos veces, desde 0-1 y desde 1-2. El partido dejó además un fallo estrepitoso de Moyá, un gol prodigioso de Torres, un nuevo penalti fallado por el Atleti, y un trance final con el equipo volcado que puso a la gente en éxtasis.

En fin, que es rentable acudir al Manzanares. Ya el gol de Torres valió la noche por sí solo, y eso que pasaron tantas cosas antes y después, sobre todo después. Curioso el caso de este jugador, al que Simeone siempre empieza pretiriendo y luego acaba por delante de sus competidores. Pasó el primer año con Mandzukic, pasó el segundo año con Jackson y Vietto, está pasando este año con Gameiro. Torres empieza detrás pero acaba delante. Siempre he observado que los jugadores veteranos alcanzan la forma según avanza la temporada. Torres está ahora en un punto estupendo, rápido y lúcido. Y el Atlético se agarra a él.

Aunque falló un penalti, la nueva maldición. Ya son seis fallos en nueve tiros en el curso. Pero no es eso lo más llamativo del Atleti, sino su cambio de hechuras, tan evidente. Aquel equipo seguro, siderúrgico, seguro y eficaz pero pesado de ver, tiende ahora a ser una cuadrilla aventurera. Ha encajado ya tantos goles como en toda la Liga pasada. No asegura los partidos, tiene vacíos, tiene baches, pero grandes reacciones también. Ayer, bastantes dejaron el campo con el 1-2, enfadados. Su falta de fe sufrió el castigo de perderse el fulminante final, que los fieles disfrutaron de lo lindo. El viejo estadio ha guardado muchas emociones para su último año.