Super Bowl LI

Roger Goodell vs Tom Brady, entre la frialdad y los pitos

Como se esperaba, los aficionados de New England fueron inmisericordes con Roger Goodell tras el triunfo, pero Kraft, Belichick y Brady nunca perdieron las formas.

Actualizado a
LARRY W. SMITHEFE

Tras el touchdown de James White en la prórroga, se desató la euforia en las filas de New England. El milagro se había consumado y el entusiasmo se convirtió en un río imparable, aunque con todos los aficionados de los Patriots esperando el momento mágico de la más retorcida venganza: la aparición de Goodell.

Cuando Brady se abrazaba llorando a Belichick, y los jugadores del equipo de Boston se miraban incrédulos por la hazaña conseguida, el comisionado esperaba paciente sabiendo que iba a tener que pasar por un mal trago que todos contemplamos en diferentes capítulos. El primero llegó cuando Goodell se acercó a Tom Brady y le extendió la mano. El jugador se la dio sin muchas ganas y el comisionado tuvo que mantenerla apretada, casi tirando de ella, para mantener una conversación mínimamente consistente sin que pareciera que el MVP del partido le estaba despreciando.

Después llegó un abucheo ensordecedor que duró todo el tiempo que Goodell intentó dedicar a presentar a los campeones, mientras se preparaba para entregar el Lombardi. A su lado, Robert Kraft, propietario de los Patriots, literalmente no le hacía ni caso, mientras disfrutaba de la pitada. Goodell le entregó el trofeo y Kraft, sin perder la compostura, no tuvo con él ni un gesto de complicidad, ni un detalle de agradecimiento. Cogió el Lombardi, ignoró al comisionado al que despachó con frialdad y tres palabras y se lanzó a incendiar a las masas que pasaron en un instante del abucheo a la histeria. Locura en la grada y recochineo. El placer de la revancha servida no en caliente, sino hirviendo.

El comisionado desapareció cuando Belichick y Brady se dirigieron a sus seguidores. Mientras, Goodell, convertido en plato de segunda mesa, intentaba mantener una conversación con Kraft mientras este, por lo que se vio en las imágenes de televisión, le respondía con frases cortas e intentaba darle la espalda para abrazarse con los que considera amigos.

La guinda de todo el desplante educado, pero evidente, llegó en la entrega del trofeo de MVP a Tom Brady. El quarterback, una vez más, dio una lección de fría elegancia y mantuvo las distancias, pero sin perder la sonrisa: “Es un honor para mí estar aquí y recibir el trofeo del comisionado”. Aunque el recuerdo más emocionado de Brady fue hacia James White, que para él fue el auténtico merecedor del título de mejor jugador del partido.

Aunque seguro que Brady se relamió por dentro de gusto cuando Goodell no pudo evitar decir, mientras se desinflaba, que el quarterback puede ser el mejor jugador de la historia de la NFL.

Ya sabéis: "Roger that".

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