El partido de los olvidos
El Barça se olvidó de sí mismo, el Athletic se olvidó también. Pesó más el segundo olvido. El equipo de Valverde fue inocente como el pan de los colegios, como si un pintor se dejara en casa el pincel cuando va a dibujar el paisaje de su vida. A ese olvido, en el caso rojiblanco, se unió la mala suerte, el futbolista número 13. Y le tocó ese número en la primera parte y ya no lo soltó en todo el encuentro. Al Barcelona, en cambio, le tocó en la buena suerte el número 10, que fue a caer en la camiseta de Messi, luego pasó a la camiseta 17 y se posó, como una saeta, en el 22 de Aleix Vidal.
Y asunto acabado. Alcácer marcó primero, pero si en esa delantera no estuviera el 10 no marcaba ni dios, a no ser que él marque también. El gol de Alcácer, el de Vidal, son manifestaciones del empeño con el que se manifiesta la suerte. El de Messi es el de costumbre, como una coletilla. Para que esos números de la lotería azulgrana estén completos hay que añadir el 11 de Neymar. Este futbolista está añadiendo enteros de tremenda calidad a su juego de malabarista, ahora más en el césped que en las nubes de la filigrana.
Fue un partido sin fútbol pero con suerte, para el Barça; la única suerte de la calidad estuvo en los pies del brasileño. El argentino despertó de vez en cuando, como tiene por costumbre, para que la grada no se olvide de que él es el puto amo..