Celta y Alavés no se hacen daño en la Copa del Rey
El Alavés aguantó bien en el primer tiempo, pero sufrió en el segundo. Remates al palo de Aspas y Tucu Hernández bajo un diluvio en Vigo.
El miedo al éxito bloqueó a ambos equipos durante los primeros instantes. A pesar de que Aspas avisó a los seis minutos, la imprecisión impidió ver un choque digno de semifinales durante prácticamente toda la primera parte. Sólo en el tramo final, el Alavés tuvo algún momento de lucidez. Sobre todo en una conexión entre Camarasa y Manu García que obligó a Sergio a intervenir. Balaídos ya contenía la respiración, la afición vitoriana desplazada a Vigo ya levantaba los brazos, hasta que la mano del meta obró el milagro.
En el descanso, el cielo se abrió y el torrente de agua era imparable. La lluvia pareció aclarar las ideas celestes, que salieron al campo mucho más despejados y decididos a encarrilar la eliminatoria de su lado. No obstante, la primera ocasión fue blanquiazul. Cabral desvió, casi en un acto reflejo, un peligroso centro de Theo. A partir de ahí, el Celta fue un auténtico vendaval.
Momento Aspas. La última media hora del encuentro fue una exhibición de Iago Aspas, que mostró todo su repertorio de remates. Empezó con un disparo a bocajarro que Pacheco logró bloquear, prosiguió con un zapatazo con la diestra que dejó el larguero temblando, continuó con un remate de cabeza que se fue rozando el palo, insistió con un espectacular remate de chilena que no entró por un suspiro y terminó con dos perdigonazos menos certeros. Quizás fue la lluvia, pero incomprensiblemente esta vez Iago Aspas tuvo la pólvora mojada.
Ya sobre la bocina, y con el Alavés acorralado aguantando el chaparrón, el Celta volvió a rozar el gol. Guidetti probó fortuna en un lanzamiento directo desde lejos que asustó a Pacheco y Tucu Hernández estuvo a centímetros de ver puerta. El palo evitó el tanto del chileno, con Pacheco ya superado. El Celta gana el factor doble de los goles a domicilio, mientras que el Alavés adquiere el factor campo. Mendizorroza tendrá la última palabra.