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Benzema, ahora o nunca

MéxicoActualizado a

En el ojo del huracán. En el futbol se ensalza y señala según sople el viento. Más en el Real Madrid, no debe extrañar. Benzema está en el ojo de ese huracán, en realidad nunca estuvo demasiado fuera de él. Su frialdad le penaliza pero su enorme calidad le libera. Nunca fue un gran goleador, no fue un problema en el Madrid, casi lo contrario porque los goles venían a chorro desde los extremos: Cristiano y Bale. El galo era, hasta ahora, el perfecto complemento, esa pared perfecta, esa falta de egoísmo con la gran estrella. La cosa ha cambiado, con Bale lesionado y con un Cristiano más humano, el Madrid necesita que su 9 la enchufe todos los domingos. Benzema necesita cambiar su rol, será difícil porque no es Luis Suárez, Lewandowski o Diego Costa. Nadie cuestionará su calidad, pero ahora se le exigen goles. El domingo el Santiago Bernabeu lo mirará de cerca.

Denis, de dulce. Denis Suárez es el primero en aprobar entre los fichajes del Barcelona. Atraviesa un buen momento con tres goles en cuatro días. Su carrera cuece a fuego lento, tras volver del Manchester City y recalar en el Barcelona B, fue importante en Villarreal y Sevilla. Ha cumplido los pasos necesarios y se ha ganado la confianza del jefe, Leo Messi. Luis Enrique parece abrir una posición de titular en el imaginado once de gala, el acompañante de Busquets e Iniesta baila. Denis oposita con garantías ante el extraño ‘caso Rakitic’. Calidad le sobra, se está sacudiendo la timidez y ha pasado a André Gomes por la derecha.

Rafa y Roger. Son leyenda. La rivalidad Nadal-Federer será una de las más destacadas de la historia del deporte. Nada que envidiar a las que se dieron entre Senna y Prost, Larry Bird y Magic o la que compartieron Connors y McEnroe. Momentos inolvidables como la final de Wimbledon 2008 o las lágrimas de Roger en Australia tras caer ante el español y aquellas palabras: “Esto me está matando”. En París se jugaron un gran torneo por última vez, mañana, más de cinco años después, Rafa y Roger, cara a cara. En pie, una vez más. Que nadie se atreva a decir que será la última.