El canto a la alegría de John Guidetti
Acabado el partido, la televisión se acercó a Guidetti, que dio todo un canto a la alegría. “¡Qué gran estadio, qué bonito es Vigo, cómo me gusta vivir aquí...!”. En sus palabras se condensaba toda la alegría de una ciudad y un estadio que anoche vivieron una gran fiesta. Fiesta de fútbol copero. Fiesta de fútbol del Norte, con lluvia e intensidad. El Celta había dejado fuera al Madrid después de un partido esforzado en el que se comprobó, una vez más, que difícil es doblegar a este equipo. Cortó la Rianxeira jubilosa para marcar el 2-2 y colocarse a un solo gol de su objetivo con cuatro minutos de descuento por delante. Pero no lo logró.
Esta vez no podrá reprocharse nada el Madrid. Cayó de pie. Salió muy solvente, dueño del campo y del balón y borrando en la práctica a un Celta al que se veía inseguro en todo. Fueron 35 minutos de mando en los que al Madrid le faltó algo más de peligro en ataque. Benzema y Asensio aportaron poco. Cristiano, aun disminuido respecto a lo que fue, sigue siendo la gran baza de peligro del equipo. Estuvo muy cerca de marcar en un doble remate, larguero y palo. Pero el Celta espabiló cuando se acercaba el descanso, soltó unos buenos minutos, creó peligro y cazó el gol, en un rebote que pegó en Danilo, gafado, y se fue dentro.
Bien mirado, el Madrid sólo seguía necesitando dos goles, igual que antes. Y con ese ánimo salió en la segunda mitad, apretando al Celta, que se defendía apurado, con muchas faltas, una de las cuales transformó Cristiano. Y siguió apretando, y parecía que podía volcar la partida de su lado cuando una salida del Celta concluyó con una jugada de ataque preciosa, como de otro tiempo, por su parsimonia y su elegancia de tiempos lejanos. Toques medidos, precisos y al final un pase a la red. Al Madrid le quedó para ese 2-2 y ese último susto, pero se ahogó en al orilla. Vigo festejó el pase a unas semifinales que son promesa de algo grande.