La cuenta pendiente del celtismo
Siendo un niño, recuerdo permanecer inmóvil junto a un transistor para escuchar los cuartos de final de Copa de la temporada 1993-94. El Celta goleó al Oviedo (5-0) y se metía en semifinales. Para mí significó mayor ilusión que levantarme el día de Reyes en busca de los regalos. En semifinales, de nuevo ante la radio, escuché cómo eliminaban al Tenerife. De repente, el Celta estaba en la final de Copa. Dos años antes el ascenso me había parecido algo insuperable. Supongo que de niño todo se vive con mayor intensidad, pero el caso es que los adultos parecían incluso más fascinados.
El final de esa historia es conocida en todos los rincones de Vigo. Los malditos penaltis se cargaron el cuento de hadas. Desde ese día hasta hoy hubo varios amagos de revancha, como las semifinales ante el Betis del 97, la final del 2001 (otra vez ante el Zaragoza) o la semifinal de hace un año contra el Sevilla. Les cuento todas estas historias inacabadas para que se den cuenta de lo importante que es la Copa en Vigo. Hay generaciones enteras que anhelan ver a su equipo levantar un título. Abuelos que suspiran por un día de eterna juventud. Padres que quieren abrazar a su hijo en el triunfo. Y niños que necesitan llorar de alegría. La Copa no es sólo un título en Vigo. Es mucho más que eso. Es una cuenta pendiente que saldar. Por los que siguen sufriendo y por los que ya no están.