El mejor regalo, Athletic
Fue un gran regalo de Reyes, un partido de Copa de alto voltaje, de los de antaño, con golazos, polémica arbitral, piques por todas partes. Pasará lo que sea en el Camp Nou, pero el Athletic volvió a demostrar que le ha perdido el respeto al Barcelona después de tantas decepciones. El 4-0 de la Supercopa ha quitado muchos complejos y cuando los leones marcaron sus dos golazos hubo quien soñó con repetirlo. Pero ahí apareció Messi para sacarse una gran falta desde un lugar que quizás no le correspondía ni chutarla.
Valverde había sorprendido a Luis Enrique con un 4-4-2. No sólo por el esquema, sino por la colocación de las piezas. Raúl García tirado a la banda, San José casi de mediapunta, mordiendo a Busquets, y Williams arriba junto a Aduriz. Mientras duraron las fuerzas e Iturraspe hizo girar la noria, los leones jugaron, y mucho, al fútbol. Recreénse con los dos goles, en los que los movimientos de Aduriz fueron pura maravilla. Ya con nueve currelas contra once constelaciones, a los bilbaínos les tocó defenderse con uñas y dientes, como han hecho toda la vida. Me permitan, pero su resistencia numantina fue lo más precioso del clásico. El Rey de Copas del siglo XX contra un Barça desmesurado. Con los 50.000 de la nueva guarida gritando como posesos y Borbalán presionado para pitar el final, Messi pegó en el palo. Yeray sonrió. Gracias Leo.