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San Francisco 49ers

Estos 49ers son un desastre... y el sueño de todo entrenador

La franquicia de San Francisco ofrece algo rarísimo para un head coach en la NFL: la oportunidad empezar de cero y con total control de las decisiones.

Actualizado a
El propietario de los San Francisco 49ers, Jed York.
Kelley L CoxUSA TODAY Sports

¡Los San Francisco 49ers son un desastre!

No queda dudas de lo ha pasado los último tres años dentro de esta franquicia ha sido de película, de tesis doctoral de cómo no gestionar un equipo profesional.

Pero se equivoca los que piensan que nadie querrá entrenar a este equipo.

Todo lo contrario.

“La oportunidad más atractiva para un entrenador o general manager esta temporada es San Francisco”, palabras de Louis Riddick, comentarista de la ESPN y exejecutivo de los Redskins, Eagles y uno de los más cotizados candidatos para GM en las últimas temporadas gracias a su pedigrí, aprendiendo durante años bajo la tutela del John Schneider, comandante de los Seahawks.

Declaraciones que llaman la atención principalmente porque el año pasado nadie quería entrenar en San Francisco.

¿Qué ha cambiado en doce meses? ¿Cómo San Francisco pasó de ser los Browns del Oeste para uno de los trabajos más deseados de la liga de un año para el otro?

La respuesta de Riddick es sencilla.

Si tú le dices a un Josh McDaniels o Kyle Shannahan que tendrá que trabajar como subordinado a un GM autoritario, todo poderoso, con histórico de conflictos con exentrenadores y que encima le caía bien al dueño, te va a mandar a plantar patatas en el monte.

Pero si le ofreces un equipo entero y, además, la oportunidad de elegir su propio general manager, como hizo Pete Carroll en Seattle, la historia es muy distinta.

Los cambios de entrenador o de general manager son complicados, porque casi siempre el que queda, sobreviviente del régimen anterior, o se está bajo presión o tendrá un cierto recelo de que el que llega tendrá más poder. O viceversa. Y eso casi siempre es receta para un matrimonio que comienza roto antes mismo de su principio, por los miedos, desconfianza e guerras por el poder interno.

Por eso Jed York ha reseteado la Play y echado a Chip Kelly después de sólo una temporada. La primera franquicia en más de 30 años en la NFL que echa dos entrenadores después de sólo un año en dos temporadas seguidas. Porque se ha dado cuenta de que debería de haberlo hecho el año pasado, después del fiasco que resultó el fichaje de Jim Tomsula y tras la desastrada salida de Jim Harbaugh por la puerta de atrás.

York ha tardado tres años en darse cuenta del lío que había montado. Pero el chaval tiene sólo 36 años y es normal que tarde a aprender a manejar su juguete de lujo.

Según todas las informaciones que salen de la franquicia, el joven dueño es ambicioso y participa activamente de las operaciones diarias del club. Pero no se mete en lo deportivo, dándole libertad casi que total a su general manager y entrenador para que estos hagan su trabajo.

Con todos sus defectos, York ha asumido en la rueda de prensa que dio el pasado lunes que su mayor equívoco fue no llevar en cuenta la importancia de la sinergia entre entrenador y GM. Por eso ha echado a todo el mundo para empezar de cero, "con dos personas que compartan la misma mentalidad, disfruten y tengan ganas de trabajar juntos desde el principio".

Para eso Jed York fichará a uno de los dos, entrenador o GM. Y dejará que este elija el segundo según su preferencia personal. Tendrán más de 45 millones de dólares de espacio en el cap y la segunda elección en el draft para hacer con ella lo que les apetezca.

No es una decisión corriente y usual en el deporte profesional estadounidense. Y dice mucho sobre las ambiciones de Jed York, dejando pocas dudas de que su objetivo es de verdad volver a ganar. Y en una liga donde muchos – quizá la mayoría - de los dueños le da igual lo que pase dentro del campo mientras esté llenando su bolsillo de pasta, eso ya tiene que confortar de alguna manera al aficionado.

Los 49ers deben 65 millones de dólares de sueldos acumulados a trabajadores que ya no están en el club. Y eso demuestra que Jed York no está preocupado en gastar el dinero que sea necesario para encontrar su nuevo Harbaugh. Lo único es que el chico quiere hacer de su manera, dejando su huella, y como en todo en esta vida el aprendizaje es un proceso que puede más o menos lento, dependiendo del individuo.

Jed ya hizo muchas cosas buenas en la parte empresarial. Fue el único dirigente a lograr construir un estadio con dinero público en Californa en los últimos 50 años. Ahora le toca tomar una decisión: elegir a la persona correcta para empezar el nuevo proyecto de una de las franquicias más emblemáticas y tradicionales del deporte estadounidense.

Que la Fuerza esté con él.