Big Ben lo vuelve a hacer: los Steelers están en playoffs
La rivalidad de la AFC Norte entre el equipo de Pittsburgh y los Baltimore Ravens, eliminados hoy de la pelea por el título, vive otro capítulo memorable.
Y, en lo profundo del último cuarto, cuando las campanas de Pittsburgh tocaban a muerto, Big Ben Roethlisberger resurgió del reino de los game managers y plantó a su equipo en los playoffs. En un arrebato de genio dirigió dos drives antológicos que pusieron de rodillas a sus grandes enemigos, los Baltimore Ravens, a los que sólo les quedó esperar el remate final de un partido en el que perdieron la AFC Norte y la posibilidad de seguir jugando en la temporada aspirando al título.
Lo que se dice un día más en la rivalidad del Norte de la AFC, con final de Steelers 31 - Ravens 27.
Tengo dos partidos que contarles. El más relevante, el que se queda en la retina y el que es decisivo, se resume en lo anterior. El otro duró tres cuartos y, aunque ya no tiene ninguna importancia merece unas palabras.
Fue ese partido inicial lo que podíamos esperar. Ni los Steelers ni los Ravens han jugado bien de manera continuada en todo el año, así que el choque entre ambos habría de ser trabado. Los Steelers esperando ver a un Bell que les dominase el tempo y el tiempo de partido, los Ravens con la confianza de que sus trincheras fuesen más físicas y el juego corto en el pase se encargase de acercar a Tucker a su orgía de field goals.
Todo se cumplió.
Si descontamos el primer drive, en el que Pittsburgh anotó un touchdown por medio de Grimble, demostrando que esta era la semana de los tight ends semidesconocidos, el resto de la primera parte, y el tercer cuarto, fue un suplicio para el equipo. Aunque Le'Veon corría lo que podía, los Ravens imponían su fortaleza física. En ambos lados del balón eran más duros, más feos, más fuertes y llevaban la voz cantante. Voz ronca y algo desafinada, concedo, pero dictando las notas.
Eso les llevó a vivir en la red zone de Pittsburgh. Seis veces se arrimaron por allí. Seis. Y sólo sacaron 20 puntos. En retrospectiva, eso es lo que les mató. Porque Tuvker metió sus cuatro field goals, Steve Smith anotó un solitario touchdown y en la ocasión que resta por contar se les escapó el balón en el snap para patear a palos.
Es así como llegaron al segundo partido, ese que comenzó en el último cuarto con 10-20 en el marcador y el runrun interior que les decía, a los Ravens, que tanta oportunidad perdida y esos de amarillo y negro enfrente, aunque estuviesen acogotados, no auguraba nada bueno. Oh, como acertaban.
Se da la paradoja de que el ataque de los Steelers había sido timorato hasta entonces y, aún así, Roethlisberger había regalado dos balones a sendos linebackers de los Ravens, Orr y Mosley. Eso, y el hecho de tener el marcador muy en contra, les hizo mandar al carajo el plan y saltar a tumba abierta sin mirar atrás.
Un balón profundísimo se convirtió en un pass interference del joven Tavon Young, cornerback de Baltimore. Un instante después Bell cruzaba la end zone con el balón en las manos. La oleada se completó en el siguiente drive donde, ahí sí, los tres grandes jugones de los acereros fueron estelares: Big Ben, Antonio Brown y Le'Veon Bell se recorrieron el campo con, no exagero, un par de jugadas por cabeza de las de levantarte del sofá. Entiendo que unos para aplaudirles y otros para insultarles pero, sin duda, todos asombrados. El touchdown llegó, claro, con un momento genial de Roethlisberger escapando de la presión en el pocket, dirigiendo a las tropas con la vista y la mano, encontrando a Le'Veon Bell en medio del infierno y, éste, cogiendo la carretera de circunvalación al paraíso. Se ponían por delante.
No habían venido los Ravens a rendirse, por supuesto. El penultimo drive del partido les vio completar tres terceros downs críticos y volver a dominar con el físico las trincheras. Todo juego central, todo juego corto. Vale. muy bien. Pues que nos paren, pensaron.
No fueron capaces los Steelers. Juszczyk, uno de los fullbacks del año, anotaba, supongo que ya lo habéis adivinado, por el centro y tirando de coraje y empuje. Dejaban el partido en franquicia con tan sólo 1:18 por jugar.
1:18 para Big Ben es una siesta.
Pittsburgh llevó el balón a las puertas de la end zone sin que el quarterback fallase ni un pase, sin que la banda la liase con los tiempos muertos o la gestión del reloj, y Antonio Brown remató el asunto con una extensión de brazo y balón que les dio los siete puntos definitivos. Y digo que lo remató porque sino extiende el brazo el partido se acaba donde la habían parado: en la yarda uno, con los Ravens liderando la AFC Norte y los Steelers con pie y medio ya en la agencia libre y en el draft.
No fue así. Ha vuelto a suceder: los Pittsburgh Steelers están en playoffs tras un partido memorable contra los Baltimore Ravens, con un Big Ben esteler en los instantes finales y unos Antonio Brown y Le'Veon Bell luciendo como los mejores de la NFL en sus respectivas posiciones. Lo dicho: un día más en esta historia.