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Seahawks 31 - Cardinals 34

Tras un final de locura Arizona se impone in extremis a Seattle

Un field goal de 43 yardas de Chandler Catanzaro en el último segundo dio la victoria a unos Cardinals que tras ir siempre por delante, tuvieron que apelar a la épica.

SEATTLE, WA - DECEMBER 24: Kicker Chandler Catanzaro #7 of the Arizona Cardinals kicks the game-winning field goal against the Seattle Seahawks at CenturyLink Field on December 24, 2016 in Seattle, Washington.   Otto Greule Jr/Getty Images/AFP
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OTTO GREULE JRAFP

Los Seahawks habían ido por detrás en el marcador durante todo el encuentro. Con David Johnson destrozando a Seattle con tres touchdowns de carrera y la defensa torturando a Wilson, pero en un final trepidante, los Seahawks lograron empatar a falta de un minuto y la prórroga parecía inevitable. Sin embargo, en sesenta segundos enajenados, dentro de un último cuarto demente, Palmer llegó a distancia de field goal para que Catanzaro diera la victoria a Arizona y los de Carroll hayan dejado escapar, al menos de momento, el seed 2 que les daba el bye en la semana de wild card, que ahora es de Atlanta.

Pero hasta esa locura final no imaginéis ningún tipo de exhibición. Ni fuegos artificiales, ni demostración portentosa. El partido empezó en la UCI, con dos equipos entubados, próximos a la defunción e intentando hacer daño al rival pellizcando su peor tumor. Como dos cojos intentando hacerse la zancadilla. Como dos analfabetos echándose en cara no saber leer.

La línea ofensiva de Seattle no fue en toda la primera mitad. Así de simple. Cinco sacks a Wilson en medio tiempo, casi todos en un solo cuarto, no son solo síntoma, sino también maldición. No estamos hablando de una línea mala. Esta a un nivel muy inferior. No está, no existe. Hay cinco tipos como que hubiera cinco pivotes de entrenamiento, o cinco palmeros tocando flamenco. Y a Wilson le parten la cara. Sin parar. Si se queda en el pocket, lo matan, si sale de él, le matan. Haga lo que haga le matan. Y por muy rápido que intente soltar el balón, mucha prisa que se de, siempre hay un trolebús que termina por atropellarle, porque simplemente no hay nadie que le haga oposición.

Esa incompetencia no solo afectaba al juego de pase y a la salud de Wilson, cuya supervivencia a estas alturas de la temporada solo puede achacarse a un milagro. También eliminó de raíz cualquier intento de correr con peligro. Si nadie es capaz de abrir una puerta sin ayudarse de agarrones es imposible que Rawls haga nada de provecho.

A todo lo anterior hay que sumarle la lesión de Chancellor, que fue aprovechada de inmediato por Palmer para darle un pase profundo a J.J. Nelson que anotó un touchdown de 80 yardas. Y si tenemos en cuenta que la primera anotación de Arizona, una carrera de Johnson, llegó tras un fumble de Wilson en su propia yarda 23, descubrimos que Arizona no hizo nada especial. Solo lo justo para aprovecharse de los regalos para irse al descanso 3-14. Una diferencia que pudo ser mayor si Jermaine Gresham no hubiera sacado a su equipo de distancia de field goal tras otro ataque de furia e incontinencia que comienza a convertirse en hábito peligroso.

Los Seahawks se fueron a descansar conmocionados por su incompetencia, por la lesión de Lockett, que pareció romperse una pierna, por la incapacidad para anotar un touchdown tras cuatro intentos en la yarda 1, y por un nuevo fracaso en la zona roja después de que Johnson les regalara el balón a nueve yardas de la end zone rival.

Tras la reanudación, Seattle resucitó gracias a las carreras de Alex Collins, y un touchdown de Jermaine Kearse. 10-14 y Chancellor estaba otra vez en el campo. Un nuevo partido empezaba mientras todos los planes de juego saltaban por los aires. Dejó de valer la planificación y se apeló al talento. Y casi siempre eso es sinónimo de locura.

Un nuevo regalo de Seattle, tras un punt rechazado, trajo consigo la mejor serie de Arizona, que tras cinco minutos culminó con el segundo touchdown de David Johnson. Los Cardinals se adelantaban 10-21 y en las gradas del Century Link se hacía el silencio.

Quedaba menos de un cuarto y no importaba el resultado, porque a esas alturas todo era posible. La línea de Seattle mejoró lo justo para que Wilson, definitivamente echado al monte, se inventara un drive por pelotas que terminó con touchdown de 42 yardas de Baldwin y conversión de dos (18-21). La réplica no se hizo esperar después de que Nelson quemara a Sherman, que esta vez no le gritó a nadie, y David Johnson anotara su tercer touchdown de la noche (18-28), vigésimo de la temporada, a tres del récord histórico de 23 de Randy Moss. El tiempo pasaba como una exhalación. Fiel goal de Catanzaro, que esta vez sí la supo meter después de que los Seahawks no culminaran un cuarto down (18-31). Réplica con Jimmy Graham llevándose por delante a toda la defensa rival como si fueran bolos (25-31), 2:44 por jugar y balón para que Arizona matara el partido.

Pero los Cardinals no supieron ni alargar la posesión, ni hacer correr el tiempo, y ni siquiera obligar a sus rivales a empezar muy atrás. Wilson tenía 2:22 para avanzar 45 yardas y anotar un touchdown. Hasta le sobró un minuto tras conectar con Richardson y… ¡Empatar a 31 después de que Hauschka fallara el extra point!

Quedaba un minuto y la prórroga parecía inevitable. Sin embargo, el partido era ya una paranoia en la que todo era posible. Y mientras el público aullaba, intentando impedir lo inevitable, Palmer se cruzaba el campo para que Catanzaro diera sobre el tiempo la patada de 43 yardas que arrebata, al menos de momento, el seed 2 que libraría a Seattle de jugar en la semana de wild card.

ESTADÍSTICAS COMPLETAS DEL PARTIDO