Goles contra la depresión
El Atlético se deshizo sin problemas del Guijuelo, como en la ida (10-1 en el global), con tantos de Gaitán, Correa, Juanfran y Torres. Pino hizo el del honor. Volvió a jugar Cerci.
Era un partido con McGuffin. Una excusa para envolver el verdadero motivo del juego, un martes, a las 21:00, con frío del carajo y ante un rival que ya ganaste 0-6 en la ida: volver a ver a Cerci. Pero antes la alineación del Atleti venía con sorpresa. Vrsaljko y Juanfran a la vez en la lista. El último volvía a su posición primera, arriba en la banda. Dijo el Cholo que quería probar cosas y esta era una. Desde que Arda se fue aún nadie ha hecho suyo ese sitio. ¿Y si fuera Juanfran?
Su rival atrás en el lateral, Vrsaljko, comenzó el partido como ante Las Palmas. Pura energía, carreras toda la banda y hasta sombreros ante un Guijuelo que aprovechó el Calderón para lucir otra camiseta. Si la oficial son lonchas, ésta era directamente un jamón sobre fondo verde. Gaitán seguramente soñará que le persiguen eso: jamones con piernas. En los primeros minutos ese era el plan del Guijuelo. ¿Gaitán tenía el balón? Falta a Gaitán. En el minuto 17 se supo por qué.
Era partido para recuperar sensaciones y Gaitán las quería todas para él. La primera la del gol, lo hizo después de una jugada de Thomas y Correa despistara. Correa y Gaitán. Cinco minutos después los mismos protagonizaban el gol. Ahora al principio de la jugada estaba Torres, que centró, Gaitán peinó y el balón se estampó al larguero. Correa, rapidísimo, en versión del Correa bueno, el potrero, se hizo con el balón y a la red. Entró por el mismo sitio que el de Gaitán. A media altura, casi a la escuadra.
Tres jugadas después, entre ellas una parada acrobática de Moyá y un trallazo de Juanfran, Estrada Fernández le sacaba la segunda amarilla a Raúl Ruiz y, si aún Fábregat tenía alguna esperanza de que su equipo hiciera algo (un gol, dar la cara), aquí se agotaron todas. La noche que venía fría parecía posarse toda sobre su cabeza: se quedaba el Guijuelo con diez. Con diez, tres goles en contra, y sólo un plan: dar fuerte.
Pero ni así eran capaces de tumbar a Correa, que tenía patines por pies y se iba de uno, de dos y de tres en cada jugada. Aquí llegó al área y centró a Torres que, desde el suelo, con la punta de la bota, envió el balón a la red. En el brazo llevaba anudada la C de capitán. Como tantas veces antes. Qué regalo para el Calderón para la última noche de su penúltimo año en pie. Torres marcando de nuevo. Torres capitán. Su Niño grande.
Justo después del descanso, cuando en el juego nada pasaba, Simeone se sacó su truco de la manga para animarlo. Se había acabado el McGuffin. Empezaba lo que de verdad importaba: Cerci volvía a jugar con la rojiblanca 741 días después. Era como un debutar. Entre el último partido y éste, Milán, Genoa y una lesión de rodilla que le obligó a quedarse este verano cuando no se contaba con él.
El primer balón que tocó se convirtió en una ocasión que embocó Gaitán y Morales detuvo y acabó con tropezón de Torres al intentar rematar el rechace mientras Simeone seguía con su banco de pruebas. Ahora era un Atleti con tres centrales y Vrsaljko y Juanfran de carrileros y Cerci filtrando pases arriba, córners teledirigidos con su zurda que es crema a la cabeza de Giménez quien, por cierto, terminó el partido en el mediocentro con Thomas. Y bien, eh, bien de verdad.
Esperaba el Calderón el gol de Cerci, pero llegó antes el del Guijuelo. El gol del honor. Lo hizo Pino con un cabezazo que envió de parada suave pero letal a la escuadra izquierda de Moyá. El gol del honor del Guijuelo, que ayer no enseñó su jamotiquín pero sí regresó a Salamanca con un gol, en el día que Cerci regresaba (¿fichaje de invierno?), en la última noche del Calderón en 2016. No habrá otro diciembre. Feliz Navidad a todos.