Los Raiders vuelven a playoffs por primera vez desde 2002
Oakland recupera el liderato de la AFC Oeste con una sufrida victoria sobre los San Diego Chargers en la que mandaron las defensas.
Trece años. Eso es lo que han tenido que esperar los Oakland Raiders para volver a estar en playoffs de la NFL. La sequía ha terminado. Y lo ha hecho en frente de un público amigo: el de San Diego, que parecía ser el 'black hole' durante la mayor parte de la tarde.
No fue fácil, como no suele serlo en esta franquicia. Ganaron 19 a 16 a los Chargers y necesitaron de la heroica en los momentos decisivos para rematar el triunfo. Pero, como ha solido pasar en todos los finales igualados de la temporada, los de San Diego echaron una mano para que la historia tuviese felicidad... para los que no son los Chargers, claro.
Fue tras un 'goal line stand' de San Diego que el partido se rompió. Farrow, el corredor de los Chargers, había cometido un fumble en su propia yarda 13. Un poco común error en un partido que sólo iba 16-13. Pero los Raiders tienen una muy evidente limitación en su juego de ataque, y es que la lesión de Derek Carr, su QB, en el dedo les obliga a mostrarse, en cada jugada, en posición shotgun, y así el juego de carrera se resiente una enormidad. Sobre todo en la red zone. De ahí que los Chargers pudieron pararles y limitar daños a un field goal.
Les dio igual: fue el pistoletazo de salida de la locura final. San Diego fue parada, Oakland avanzó con una gran posición de campo, el equipo ganó un challenge que les dio un crucial primer down y, de nuevo, a chutar el field goal. 19-16 y 2:40 por jugar. Ahí, la presión de la línea defensiva de los Raiders fue total y forzaron sacks, golpes y una interecepción en cuarto down a Philip Rivers, sumada por Reggie Nelson, que finiquitó el encuentro.
Es de justicia poética que fuese el juego de la línea defensiva el que marcase esa acción. Porque ambas DLs, ambas, fueron muy superiores al resto de sus compañeros y rivales sobre el campo. Fueron ellas las que sellaron los pockets y evitaron las big plays, las que dieron una noche de pesadilla tanto a Carr como a Rivers.
San Diego anotó dos touchdowns pero fueron, en ambos casos, al inicio del partido y del tercer cuarto, lo que indica que tenían un plan en mente que funcionó una vez y, luego, los ajustes de los Raiders les limitaron. Les anularon, de hecho.
Oakland, sin embargo, sufrió el vértigo, la responsabilidad, de lo que había en juego. Sólo así se explica que en la primera mitad no pegasen más que un punt y que todas las demás veces llegasen a la red zone... de donde salían o con un field goal o perdiendo el balón, una vez con un fumble y otra con una interecepción.
Su touchdown llegó en las postrimerías de la primera mitad con un buen pase de Carr y una extraordinaria recepción de Michel Crabtree.
La segunda mitad les vio mucho más empantanados. Nerviosos, quizás. O acogotados por los Bosa, Ingram y compañía, más probablemente.
El caso es que les sirvió para la épica final el saber que estaban a punto de acabar con toda una maldición como es no pisar la postemporada desde 2002. Demasiado tiempo para unos históricos. Han tenido que llegar estos chavales para arreglarlo.