El Atlético no está respondiendo a las expectativas creadas, sobre todo en Liga, y de ahí el enfado de la afición rojiblanca. Hay mimbres suficientes para hacer las cosas mejor pero conviene no dramatizar las cosas. Queda más de mitad del ejercicio y hay tiempo para todo. En Champions el equipo ha estado sobresaliente y en el horizonte hay una eliminatoria esperanzadora ante el Bayer Leverkusen. A poco que el Atlético haga las cosas bien estará entre los ocho mejores del continente. Y tendrá de nuevo opciones para soñar. En el campeonato parece una utopía luchar por el título, pero no por el objetivo de estar entre los tres primeros. La afición rojiblanca siempre ha estado al lado del equipo en los buenos... y en los malos momentos. Eso la ha distinguido de otros clubes. Cuanto peor han estado las cosas, más ha animado la hinchada, más se ha postulado al lado de sus jugadores. Por eso la afición rojiblanca es la envidia de otras muchas. No hace falta ser muy adivino para saber que el equipo no está bien y que es el peor momento de Simeone en el Atleti.
Pero este conjunto merece todo el apoyo de su gente. Son los mismos que tantos elogios se llevaron, que ganaron títulos y que hicieron tan felices a tantos y tantos seguidores rojiblancos. No salen las cosas, el equipo parece gafado y los rivales se frotan las manos viendo tanto catastrofismo. Hace poco la afición gritaba: “Orgullosos de nuestros jugadores”. Es vital sacar adelante el partido ante Las Palmas. Con todas las bajas que hay, pero la fuerza del Atleti ha sido su grupo. El otro día, Marina me dijo una frase llena de esperanza: “Papá, no está Oblak, pero Moyá es un gran jugador. ¿No te acuerdas que ya fue el portero titular y siempre lo hizo bien?”. Bendita niña. Ella confía en ellos. Todos debemos hacerlo.