“A mí el pelotón, que los arrollo”
En 1920, con ocasión de los JJOO de Amberes, España se medía a Suecia. En pleno fragor del partido, al saque de una falta, el enorme jugador Belauste, del Athletic Club, gritó: “¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!” Sabino la puso, Belauste tumbó a dos suecos en su salto y marcó de cabeza. Victoria por 2-1. Allí, dicen, nació la ‘Furia’ como virtud del fútbol patrio. Casi cien años después el Real Madrid tiene a su Belausteguigoitia (para ser exactos) encarnado en un capitanísimo llamado Sergio Ramos. “A mí el balón, Kroos (o Modric o quien la pegue) que los arrollo”, lo dice y lo hace en el momento más crítico de los partidos, cuando un futbolista humano arrojaría la toalla. Ramos no vio jugar al hercúleo Belauste, pero seguro que harían buenas migas, porque ellos demuestran que el fútbol es también (con permiso de los estetas) raza, sangre caliente y valentía para gritar “a mí el pelotón...”
Ramos es híbrido. Lo mismo se come a tres en un salto que se marca un sutil Panenkazo. Hace falta mucha personalidad para atreverse a hacerlo con el escudo del Real Madrid. Y ya se ve que la tiene de sobra, por encima de chascarrillos que él mismo se toma con el buen humor de un sevillano de cuna. Por eso es el gran capitán, el que se la jugó por el bien del club en tiempos de banquillos tormentosos. Ganó aquella desagradable pelea y con el tiempo nadie puede negarle la razón. Ramos va a por todas: “A mí el pelotón, que los arrollo”.