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WOLVES 90-PISTONS 117

Los Wolves, en el infierno; Ricky: "Jugamos sin corazón ni deseo"

Paliza de unos Pistons liderados por Drummond (22+22) a unos Wolves sin energía ni estilo. Thibodeau, superado: "Estoy muy preocupado".

México
Los Wolves no funcionan y Ricky Rubio tampoco pasa por su mejor momento.
Los Wolves no funcionan y Ricky Rubio tampoco pasa por su mejor momento.Brace HemmelgarnUSA Today Sports

¿Era este el año de los Timberwolves? En el Oeste se movían placas tectónicas con aires de cambio de guardia. Towns y Wiggins ya se conocían, llegaba Kris Dunn y llegaba, sobre todo, Tom Thibodeau. Era para muchos la temporada en la que los Wolves iban a dejar de ser un equipo de un par de semanas de League Pass… y nada más. Incluso estaba sobre la mesa el primer viaje a playoffs desde el Pleistoceno (2004). Desde allí, hace unos cuatro meses, a este 10 de diciembre: los Wolves han perdido siete de sus últimos ocho partidos y están 6-17. Están, si hay que traducir los números a un adjetivo, perdidos. Por encima de todo, perdidos. Son, además, las mismas victorias que los Nets y solo una más que los Sixers y los Mavericks. Es un desastre absoluto.

En el mismo momento de la triste temporada pasada, los Wolves estaban 9-14, tres victorias por encima de su situación actual. No es no avanzar, es retroceder desde prácticamente la nada. El rating defensivo horrible de esa campaña pasada (110,1) era mejor que el actual (111), ambas cifras entre las tres peores de sus respectivas temporadas. ¿Para eso llegó Thibodeau? Para eso, a priori: para que los Wolves defendieran y para generar una cultura ganadora que empuje a tanto talento joven. Desde ahí se ha llegado a la situación actual. Que es esta:

Thibodeau: “No me voy a apartar, voy a seguir intentándolo, revisándolo todo, reevaluando. Algo no está ahí, no está funcionando. Algo tiene que cambiar. ¿Si estoy preocupado? Siempre lo estoy. Sí, estoy muy preocupado”.

LaVine: “No es culpa del entrenador, somos nosotros. Nosotros somos los que salimos a la pista. El hace todo lo que puede, nosotros no cumplimos”.

Ricky Rubio: “Podemos aceptar que se fallen tiros o se cometan errores. Pero jugar sin corazón y sin deseo es espantoso. Ahora mismo, sencillamente vamos mal”.

Thibodeau lanza su mensaje: analizar y encontrar lo que pudre el sistema, cambiar. Hace semanas que se rumia su interés por meter en el vestuario veteranos que aporten, como mínimo, mensaje: cultura. Lo normal es que haya salidas y jugadores como Ricky Rubio o Zach laVine pueden hacer las maletas cualquier día. En realidad todos menos, en principio, Andrew Wiggins y Karl-Anthony Towns. Las piedras fundacionales que también tienen sus debates, sobre todo el primero, con el que no sabemos hasta dónde tendremos que reevaluar nuestras expectativas. La cuestión es que los Timberwolves vuelven a ser un desastre. Y cada temporada resulta más frustrante que la anterior.

Solo una victoria en ocho partidos, y fue casi un milagro en Charlotte a base de triples in extremis. Un triunfo entre un millón para un equipo como este, que no ha sido capaz de capitalizarlo en absoluto: a continuación, tres derrotas por una media de 18,3 puntos. Y su siguiente partido es contra los Warriors. En el de ayer, los Pistons les arrasaron (90-117) porque son un bloque funcional, concentrado y competitivo: sus antípodas. La fragilidad de los de Thibodeau quedó en evidencia entre el final del tercer cuarto y el inicio del último, un parcial de 3-20 que sentenció el partido: de 65-69 a 68-89. En ese momento, con unos cuantos minutos por jugar, los abucheos eran ya generalizados en el Target Center. Mucho antes, las miradas apuntaban a ninguna parte en el banquillo. La peor señal. Peor que malas caras: caras sin vida.

Todos los titulares de los Wolves anotaron al menos 10 puntos, un suelo que marcó un Ricky que anotó un par de tiros complicados y firmó un 4/5 total. Su estadística (10 puntos, 3 rebotes, 6 asistencias) hubiera sido más que discreta en otras temporadas pero es buena en la actual. Así están las cosas también para él. Ni Wiggins (16 puntos en 16 tiros y nada más: 2 rebotes, ninguna asistencia) ni Towns (14 puntos, 12 rebotes, 1 asistencia por 5 pérdidas) aportaron soluciones individuales. Ni LaVine (14 puntos) una explosión anotadora. Nada.

Así que los Pistons ganaron y siguen corrigiendo su mal inicio de curso a domicilio. Es un equipo al alza, con Reggie Jackson de vuelta y que debería estar si no sucede nada extraño en playoffs. La cuestión es cómo y desde dónde. Andre Drummond demolió a los Wolves con 22 puntos y 22 rebotes (su tercer 20+20 de la temporada) y dirigió lo que acabó siendo un paliza a un rival que se quedó en unos tristes 3/16 en triples y 13/20 en tiros libres. Y que ahora mismo está en una espiral de absoluta destrucción. Lo siguiente, si no aparecen soluciones, serán demasiadas semanas de intrascendencia. En Minneapolis se saben el cuento de memoria.