Correa de transmisión del míster
Nunca saldrá de mi boca ni de mi humilde pluma una crítica sobre Andrés Iniesta. Porque representa la clase, el talento y la educación que tanto necesita el fútbol. Sin embargo, reconozco que, a la hora de escoger, mi corazón se va a inclinar hacia Luka Modric. Y no sólo por su condición de madridista sino por su manera de disfrutar de la vida. Hay mucha gente cuya mera presencia te “chupa la energía”, gente con vibraciones muy malas para los demás. Lukita es todo lo contrario y su positivismo irradia en el campo. Más allá de sus maravillosas cualidades técnicas, el jugador croata aporta buenas sensaciones a sus compañeros y, con él al mando en un encuentro, el Karma general del equipo mejora de forma ostensible.
Recuerdo que una noche de partido en el Santiago Bernabéu, Modric me preguntó por qué siempre estaba sonriente. Y le contesté que tenía la suerte de vivir en Madrid y de seguir al club de fútbol más importante de la historia así que no podía quejarme nunca. “Pues a mi me pasa igual”, me confesó el croata con cara de felicidad. Esta actitud, este feeling con los demás y su forma de entender el juego hacen de Modric la correa de transmisión perfecta de Zidane sobre el césped. Hoy se verá en el Camp Nou.