Atlético no pudo con la muralla del Espanyol de Diego Reyes
El conjunto colchonero no pasó del empate en casa ante el Espanyol y no aprovechó el resultado del Camp Nou. Quique fue homenajeado.
Aunque gélida, se le había puesto la tarde bonita al Atleti. Todo lo que había pasado, parecía, escrito para los rojiblancos. Derrota del Sevilla, empate en el Clásico, 0-0 del Villarreal. Ganar era recortar puntos, quedarse a seis del Madrid, a uno del Barça, meterse de nuevo ahí. Pero, con Quique por ahí (ovacionado, por cierto, gran detalle de la grada, no olvidar) al equipo le dio por recordar vícios del pasado. Jugar con el fuego, caminar por el alambre y dejar pasar los trenes. Es ADN Atleti. Y menos mal que estaba Oblak porque pudo ser peor.
El defensa mexicano Diego Reyes volvió a salir como titular en el duelo celebrado en el Vicente Calderón, donde a pesar del dominio de los colchoneros, nunca lograron derribar el muro que puso Diego López y en el que estaba incluído el jugador mexicano.
Porque comenzó el partido impetuoso, de ida y vuelta y ocasiones de los dos. Por el Espanyol, contra de Piatti, tras balón de Jurado, y galopada de Baptistao, de campo a campo. El Atleti respondía con dos fútbolistas o, mejor, con una banda, la formaba por Filipe y Carrasco. El brasileño salió como no estuviera estado tres partidos fuera: él llegaba el balón al área y el belga ponía los centros. Si Gameiro hubiera tenido dos números más de pie quizá en el 9' el Atleti ya hubiera ido ganando. Por eso le faltó. Un centímetro remachar un balón de Carrasco que era medio gol. Después de esa ocasión, al Calderón se le fue el fútbol, el partido se puso tostón, a juego con la noche, gélida.
El Espanyol había taponado el túnel que, en la izquierda, le horadaban Filipe y Carrasco en cada carrera y todo se jugaba en 20 metros. Las áreas, terreno virgen. El Espanyol se fiaba a las contras y en el Atleti no estaban ni Koke ni Griezmann. Menos mal que atrás sí estaba Giménez y con eso bastaba. Rapidísimo. Multiplicado. Cruzándose ante Aarón (qué jugador), cortando los balones a Gerard o corriendo detrás de una mala entrega de Tiago como si fuera el último balón sobre la tierra que terminó en un choque brutal con Diop. Se levantó como si nada. Los uruguayos son de acero.
En el 43' la afición fue pidiendo bronce para levantar una figura de Oblak en el estadio. Repelió la ocasión más clara del partido. Una contra de Gerard que, a cada paso que daba, más pequeña veía la portería. La achicaba el esloveno. Un gigante ante su red. Blocó el balón.
Fue el final de la primera parte. La segunda, no comenzó muy diferente, con Baptistao acechando a Oblak. Su remate de cabeza acarició el larguero antes de irse fuera: había aparecido, providencial, el pie de Godín. El partido, que había comenzado de nuevo con el Atleti volcado a la portería de Diego López se le estaba poniendo de nuevo el aire espeso. Lo espabiló el Espanyol, con otra contra rapidísima que terminó como la de Gerard en la primera parte: con la grada tomándole las medidas a Oblak para la estatua. Providencial, de nuevo, en el mano a mano. Quique se llevaba las manos a la cabeza en el banquillo. No se lo podía crecer. Su equipo estaba mejor. Su equipo jugaba y descolocaba al Atleti, picotazo a picotazo, contra a contra. Fue justo después de un zapatazo de Gabi que se paseó por la línea de gol, cuando el Atleti se espabiló y, en cada jugada, se buscaba la red de Diego López, pero siempre precipitado, siempre con balones colgados, siempre sin que un balón llegara claro. Del cielo ya llovía.
En el 68', Simeone, al ver que el viejo cholismo no servía para ganar el partido, apostó por el plan B, el Atleti V del Cholo, con Gabi y Koke en el centro. Salió Tiago, entró Gaitán. Minutos después, salía Carrasco (silbidos al Cholo) por Correa. Gaitán le puso tempo y clarividencia al Atleti, pero debió salir antes, pero quizá Griezmann despertó tarde. El francés lo intentaba de todas las maneras, pero no supo cómo gastar sus balas: una (centro de Gaitán) la remató mal y, la otra, la envió al larguero. Los rojiblancos estaban por todas partes. Correa, Godín delantero centro, pero el partido terminó como empezó. 0-0. Y el Atleti mirando cómo el tren de la Liga se iba sin hacer parada en el Calderón (doce tardes de Liga le quedan).
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