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New England Patriots

Así resolverán los Patriots la ausencia de Rob Gronkowski

Este año, más que nunca, los Patriots tienen un grupo de receptores muy numeroso y muy polifacético con el que resucitar su ‘ataque de nube de avispas’.

Nov 27, 2016; East Rutherford, NJ, USA; New England Patriots tight end Rob Gronkowski (87) leaves the game for during the first against the New York Jets at MetLife Stadium. Mandatory Credit: Robert Deutsch-USA TODAY Sports
Robert DeutschUSA Today Sports

Gronkowski es, posiblemente, el jugador más determinante de la NFL en los últimos años. Más que Antonio Brown o que A.J. Green. Incluso más de Julio Jones. Quizá solo Aaron Rodgers sea individualmente tan determinante. Gronko, por si solo, es capaz de abrir una defensa rival casi hasta hacerla desaparecer. Y a eso se le suma el uso perfecto que hace Tom Brady de él. Convirtiéndole en la herramienta con la que mueve la defensa rival hacia donde quiere, obligándola a perder la iniciativa.

Otra de las claves de Gronko es que es imposible de cubrir. Traza con perfección milimétrica rutas cortas y largas, interiores y exteriores, y se impone por verlocidad y envergadura. Además es muy inteligente en los bloqueos de segundo y tercer nivel. Cuando un compañero recibe el balón, él siempre busca el rival ideal para ayudar a ganar las máximas yardas posibles.

Sin embargo, este año su actuación estaba siendo casi testimonial. Solo jugó cerca de su auténtico nivel en cuatro partidos, entre las semana 5 y 8, y ni siquiera esos días vimos su mejor versión. Otra cosa es que sea tan bueno que en tres de ellos anotó un touchdown, su media de yardas por jugada siempre superó las 20, y sus yardas totales fueron 109, 162, 93 y 109. Cualquier equipo de la NFL mataría por tener a su disposición a ese Gronko al ralentí.

Pese a todo, en los últimos partidos los Patriots se han visto obligados a buscar soluciones para suplir su ausencia y, pese a que nunca lograrán ser tan potentes, sí parece que puedan sobreponerse con éxito a su previsible baja para lo que queda de temporada. Aunque antes de seguir adelante, hay que recordar que en postemporada el récord de los Patriots sin Gronkowski es de una victoria contra los Colts, y dos derrotas contra Ravens y Broncos. Cuando llega enero y enfrente hay rivales peliagudos, es cuando más nota Brady que no tiene su válvula de escape favorita.

Porque es curioso que mientras en casi todos los equipos cuando un quarterback está desesperado busca un pase sencillo a un receptor cercano que sale desde el backfield, en New England buscan un pase lejano a Gronkoswski. Nadie ha sido nunca capaz de elevar a un nivel tan alto la frase “la mejor defensa es un buen ataque”.

Los problemas globales

Pero quizá en 2016 el problema sea menos grave que nunca. Es verdad que los Patriots tienen un dilema con su defensa, que no acaba de arrancar en ninguna faceta, y con su línea ofensiva, que está rindiendo a un nivel aceptable, pero siempre con la sensación de que puede derrumbarse en cualquier momento, y de que Brady está ayudando muchísimo con sus pasitos hacia delante. Pero también flota en el aire la sensación, que fue confirmada por los Seahawks, de que en su calendario no ha habido grandes ‘cocos’ y que cuando llegue el momento de la verdad, los aspirantes sí que sabrán hacer mucho daño insistiendo en esos agujeros.

¿Por qué el problema puede no ser tan grave? Fundamentalmente porque los Patriots, esta vez sí, tienen más receptores que nunca. La famosa nueve de avispas que pican sin parar está volviendo a ser real en 2016.

Un backfield polivalente y efectivo

Por un lado, el backfield está mejor cubierto que nunca desde tiempos de Corey Dillon, con el mejor Legarrette Blount de siempre. Lleva 12 touchdowns, 4,1 yardas por intento y, sobre todo, fija las defensas rivales que le tienen pánico. Nadie se atreve a despoblar el front seven cuando está a la espalda de Brady, y eso limpia mucho el campo al quarterback. Además trabaja muy bien los bloqueos, algo decisivo para este equipo, con una línea que ha mejorado con la ayuda de Bennett, pero que a partir de ahora tendrá que sobrevivir sin un tight end que tendrá que multiplicarse en su faceta de receptor.

Otro factor es que, si Blount es un gran norte-sur, el regreso de Dion Lewis les aporta además un este-oeste muy peligroso y con buenas manos, y a eso hay que sumarle la irrupción de James White, que está superando la epidemia de drops de antaño para convertirse en un arma muy útil para Brady, que no solo le busca como receptor desde el backfield, sino también cada vez más desde el slot. Con esos tres jugadores, muy pocos equipos pueden alardear de tener un backfield tan polivalente y efectivo.

El regreso de la nube de avispas

Sin embargo, el secreto para suplir a Gronko está en el grupo de receptores, en el que, esta vez sí, no hay agujeros negros como el que creaba el año pasado Brandon LaFell con su inoperancia. Sobre todo por la irrupción de Malcolm Mitchell, al que Brady lleva buscando con insistencia en los dos últimos partidos. De hecho, parece que Mitchell, de alguna manera, será el jugador que cobrará más protagonismo para suplir a Gronko. Para empezar, es el receptor peligroso en profundo que nunca fue LaFell. En la semana 11 ya logró una media de 24,5 yardas por recepción (con una de 56 yardas para touchdown), y Brady también le ha encontrado varias veces para recepciones de unas 30 yardas.

Sin embargo, Mitchell no es la única amenaza profunda. Nos habíamos acostumbrado a que Brady solo soltara el brazo para buscar a Gronko o Amendola, pero este año llegó Chris Hogan para romper los esquemas. Al principio todos los ubicamos como un posible complemento para Edelman, pero la realidad es que, mientras Edelman prácticamente solo corre rutas cortas y diagonales, Hogan se suele mover diez yardas más allá, en una zona del campo entre líneas que Brady sabe explotar con éxito quirúrgico. La media de yardas por recepción de Hogan es altísima, porque además añade una rapidez y elusividad sorprendentes. Al final, White se está convirtiendo en el complemente de Edelman y Hogan es un arma completamente nueva que casi siempre hace mucho daño.

Martellus Bennet empezó el año meteórico. Pero en cuanto regresó Gronkoswski perdió algo de protagonismo y se centró más en ayudar a la línea. Por sus características no podrá suplir a Gronkowski. No tiene su velocidad para trazar rutas verticales profundas. Sin embargo, Bennett se mueve como superioridad insultante en la zona de mucho tráfico y Brady podrá explotar a partir de ahora mucho más esa faceta.

Solo nos quedan los de siempre. Julian Edelman este año está cometiendo más drops de los debidos. Ya sabemos que Belichick es implacable en eso, y no dudó en dar la patada a Welker cuando empezó a flojear. Sin embargo, sigue siendo decisivo y, pese a los errores, cada vez más fiable y parecido al de años anteriores. Sin olvidar a Amendola, que año tras año aparece y desaparece como el Guadiana, pero que al final se convierte en un factor en postemporada. Siempre he pensado que McDaniels se guarda muchos ases en la manga para postemporada, y que gran arte de ellos tienen como protagonista a un Amendola que en los momentos decisivos siempre rinde a la perfección.

Numeroso y polifacético.

Los Patriots no tienen el mejor grupo de receptores de la NFL, y menos ahora que falta Gronkowski, pero sí que tienen, y más con la inteligencia de Tom Brady, el grupo más numeroso y polifacético de receptores ‘útiles’ toda la NFL. Y si en el pasado se hicieron famosos por su ‘ataque de nube de avispas’, quizá haya llegado el momento de recuperar esa filosofía hasta las últimas consecuencias… para por el camino seguir dominado el reloj, incluso más que ahora, y darle un respiro a una defensa que lo necesita como el comer.

Por eso, creo que este año están más preparados que nunca para sobreponerse a la baja de Gronkowski.