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EL CLÁSICO

Un Barça herido y 'depre' espera al Madrid al filo del abismo

La ausencia de Messi del entrenamiento aumentó el pesimismo culé. Luis Enrique abroncó a los suyos y espera que Anoeta sea punto de inflexión.

BarcelonaActualizado a
De lo que hagan Messi y Neymar depende el futuro culé.
Juan Manuel Serrano ArceGetty Images

La mejor noticia para el Barcelona de Luis Enrique a día de hoy es que faltan cinco días para enfrentarse al Madrid y que visto lo visto en Anoeta, el empate ante la Real Sociedad debe tomarse como un regalo del cielo, porque el Barcelona el domingo hizo méritos para salir con un serio destrozo. No obstante, el sentimiento que domina en el Camp Nou tras el esperpento protagonizado por el equipo barcelonista es el de que está en el borde del abismo ante la visita de un Madrid que le saca 6 puntos.

Una sensación que ayer se vio incrementada una vez se conoció el parte después de la batalla. Alba no participó del entrenamiento y el club lo consignó en un comunicado médico en el que se da a entender que su participación en el partido del sábado está muy complicada.

Pero lo peor no era lo que decía el comunicado, era lo que ocultaba. Ni una noticia de Piqué, que al igual que Alba estuvo a punto de abandonar el terreno de juego por una lesión, pero aguantó cojo durante una hora. Ayer por la mañana no pudo ir a entrenarse porque no podía ni caminar. Ni una referencia en la circular médica del Barcelona. Puede ser, según fuentes del club, que no se redactara comunicado porque la inflamación del tobillo era tal que impedía hacer cualquier radiografía. Para tranquilidad de los seguidores, por la tarde acudió a recoger un premio de la Federació Catalana. Piqué apunta al Clásico, pero no en plenitud de facultades.

Pero si lo de Alba y Gerard se daba por asumido, la gran bofetada para los culés llegó cuando se desveló que Messi tampoco se había entrenado con el resto del grupo en la sesión matinal.

Messi llegó a la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, pero decidió quedarse en el gimnasio haciendo tratamiento de fisioterapia ya que adujo golpes. Nadie duda que estará el sábado sobre el césped contra el Madrid, pero su ausencia (ignorada por el club) no contribuyó a mejorar la moral de cara a la visita del eterno rival.

Que sea el Real Madrid el próximo obstáculo ofrece una paradoja. Por un lado asusta porque es el peor rival posible, pero al mismo tiempo es el equipo ante el que no valen hojas de servicio anteriores. Es un partido diferente a todos, en el que se parte de cero y es imprevisible. Y el Barça de Luis Enrique se ha convertido en un maestro de lo desconocido.

Regresó al trabajo el equipo después de salir de Anoeta con un empate milagroso en un partido en el que dolió más la imagen que el resultado. De hecho, desde el vestuario se es unánime en considerar el empate a uno como “un milagro”. Valga como prueba que la mayoría de miembros del equipo a los que se les pregunta por el último partido (off the record, por supuesto) siguen hablando de derrota ante la Real cuando el encuentro acabó en empate.

El Barcelona espera que como pasó hace dos años, Anoeta sea el punto de inflexión que haga reaccionar al equipo. El rival viene que ni pintado y entre los optimistas culés, que aún quedan, se espera que la bronca de Luis Enrique a los suyos surta efecto.

No obstante, el Barça se sabe herido, al borde del abismo, y el próximo visitante está loco por empujarle. De hecho, los barcelonistas no estaban tan lejos del líder blanco desde 2012, cuando Mourinho entrenaba al Madrid, que tras ganar el Clásico se puso a 7 puntos

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