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Cowboys 31 – Redskins 26

Un Cousins imperial no pudo con estos imparables Cowboys

El quarterback de los Redskins jugó un partido impresionante con 449 yardas y tres touchdowns, pero la locomotora de Dallas sigue siendo imparable.

Actualizado a
ARLINGTON, TX - NOVEMBER 24: Ezekiel Elliott #21 of the Dallas Cowboys carries the ball during the first half against the Washington Redskins at AT&T Stadium on November 24, 2016 in Arlington, Texas.   Ronald Martinez/Getty Images/AFP
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RONALD MARTINEZAFP

Indios contra vaqueros, una de las grandes rivalidades de la NFL en el último cuatro de siglo, con ambos en estado de gracia y en el día de thanksgiving. Una delicatessen que nadie se podía perder, y en la que se alcanzaron las expectativas… a lo bestia.

Los Cowboys empezaron intratables. No solo en ataque. También en defensa. Kelley venía de hacer tres partidos extraordinarios, dando al ataque de Washington la consistencia que le faltaba en el backfield, pero este jueves quedó absolutamente anulado desde el primer drive. Solo logró avanzar 18 yardas en 6 intentos en toda la primera mitad (37 yardas en 14 carreras al final del partido). Con ese hándicap, y la lesión de hombro de Jordan Reed mediado el segundo cuarto, las mejores armas de los Redskins fueron inutilizadas en la primera parte y el partido quedó rápidamente inclinado del lado de Dallas.

A todo lo anterior hay que sumarle que Cousins, pese a que movía bien el balón a campo abierto, siempre se quedaba sin ideas en las últimas yardas, y Hopkins fallaba dos intentos de field goal. Washington no podía cometer esos errores si quería frenar a un rival que cuando coge velocidad es una locomotora imparable, y todo se ponía en contra desde los primeros minutos.

El primer drive de los locales fue meteórico. Ezekiel Elliott se merendó en la primera serie a la habitualmente porosa defensa contra la carrera de los Redskins. Cortaba por el medio como un cuchillo, y en menos de cuatro minutos se plantó en la end zone rival para adelantar a los suyos (7-0).

En realidad, Washington no empezaba mal del todo. Su primera serie, marca de la casa, estuvo protagonizada por esos pases letales que Cousins va repartiendo de forma casi equitativa a todos sus receptores, que intentan inundar todas las zonas intermedias de pase y desbordar a las defensas. Durante casi siete minutos el plan funcionó a la perfección, pero cuando el terreno empezó a estrecharse, todo se complicó al mismo tiempo que el front seven de Dallas comenzaba a meter presión al pasador y el quarterback no se atrevía a lanzar contra coberturas pegajosas.

Tras el arranque, ambas defensas se ajustaron. Elliott dejó de hacer daño corriendo y Prescott pasó al plan B buscando a Dez Bryant, que de inmediato pasó a ser marcado por Josh Norman, con no demasiado éxito y demasiada bronca. El duelo táctico terminaba con un field goal anotado por cada equipo (10-3) y la sensación de que los Redskins necesitaban inventar algo nuevo para sobrevivir. El problema es que lo único que se les ocurrió fue intentar un field goal desesperado de 55 yardas que no solo se marchó fuera, también le dio una posición de campo extraordinaria a Dallas. Dan Prescott conectaba pocas jugadas después con Terrance Williams para anotar uno de los touchdowns más bonitos de la temporada. Un pase de10 yardasque el receptor controlaba in extremis, posando las dos puntas del pie en un espacio minúsculo en la misma esquina de la end zone (17-3).

Los Redskins tuvieron tiempo para anotar otro field goal antes del descanso (17-6) pero necesitarían ajustar mucho para darle la vuelta a la tortilla.

Aunque visto lo visto, lo importante no fueron los ajustes, sino el regreso al partido de Jordan Reed, que después de una recepción increíble a una mano, anotó el primer touchdown de su equipo, aunque la conversión de dos no tuvo tanto éxito (17-12). Quedaba claro que con Reed sobre el emparrillado, no importaba que el campo se estrechara. Cousins siempre podía encontrar una tabla de salvación en su receptor favorito.

Restaba un cuarto entero y todo era posible, pero el mundo se volvió loco. Cada ataque terminaba en touchdown y Zeke Elliott volvía a imponer su dictadura (92 yardas de carrera y dos touchdowns, 23 yardas de pase). Una serie de 4 minutos terminaba con touchdown de carrera de Prescott (24-12); en un visto y no visto, Cousins lanzaba a DeSean Jackson un pase de 67 yardas que acortaba distancias, después de un error garrafal de Anthony Brown, el cornerback rookie de Dallas (24-19); los Redskins intentaban un onside kick que daba una posición de campo perfecta a los Cowboys, que volvían a abrir el marcador tras una recepción extraordinaria de Dez Bryant (72 yardas en 5 recepciones) y un touchdown inmediato de Elliott (31-19)… El partido estaba patas arriba y las defensas parecían haberse marchado al vestuario para comerse el pavo.

Los Redskins tenían el balón a falta de seis minutos y medio y necesitaban dos anotaciones. Cousins volvió a dirigir el juego a velocidad de vértigo (terminó con 41 de 53 para 449 yardas y tres touchdowns), pero la defensa de Dallas, aunque concedía yardas, obligaba a los atacantes a quedarse en el campo para consumir el reloj. El touchdown llego, y como no podía ser de otra manera, para un Jordan Reed inefable (95 yarda sy dos touchdowns en 10 recepciones).

Quedaban menos de dos minutos, el onside kick a la desesperada no tuvo éxito, y los Cowboys, como ya habían hecho en otros partidos esta temporada, no tuvieron problemas para conseguir un primer down que mató un partido apasionante. Quizá uno de los mejores ‘indios contra vaqueros’ de los últimos años.