Así jugó Messi: un gol, dos asistencias y 3 tarjetas forzadas
Demostró el compromiso con la selección con hechos y no con humo: un clínic de fútbol, liderazgo y orgullo que mantiene a Argentina en la carrera.
Demostrando que el liderazgo de un equipo de fútbol, como en la vida, no se demuestra con golpes de pecho, cantando un himno ni con palabras altisonantes, Messi, con el brazalete del capitán, abanderó la victoria de Argentina con números y hechos: un gol, golazo de falta directa, dos asistencias para los goles del sorprendente Pratto y Di María, tres amarillas provocadas y un control del tiempo del partido que mantiene a Argentina en la carrera por el Mundial de Rusia.
Que Messi quería se comprobó al minuto. Pekerman le colocó a Balanta delante y, en la primera acción, en vez de retrasar el balón, el crack ya lo midió. Uno contra uno. Balanta le hizo dos faltas. Una de un manotazo en el pecho. Otra después de dormirse tras un robo del jugador del Barça. Messi tenía piernas y se fue para el centro. Se marcó un uno-dos en la frontal y le derribaron. Su lanzamiento de falta fue, por decirlo de alguna manera, perfecta. Messi golpeó de empeine interior. Imposible para Ospina. Voló a celebrarlo con un coraje terrible, desplumando otra vez a quienes hacen ruido sobre su compromiso con Argentina. Si de verdad en Argentina ven su partido cada fin de semana, pocos podrán decir que Messi corre tanto en la presión y le pone tanta raza como con su país. Es una evidencia.
El show siguió. Gambeteos que desesperaron a los colombianos, tarjeta para Arias y, otra vez del centro a la derecha, a driblar a Balanta y buscar a Pratto, un inesperado invitado que mejoró incluso el servicio de Messi con un remate impecable, picado. Cambiando la dirección del centro y al rincón izquierdo de la portería de Ospina. Un golazo. De camino al descanso, a Messi le dio tiempo de provocar una amarilla más, esta de Balanta, un cono ante el argentino, que ya podía estar expulsado. Su influencia en el partido fue gigantesca. Todo lo que pasó en el partido fue por Messi.
Con el viento del partido a favor, Messi no hizo alardes en la segunda parte. Dos carreras fabulosas en la segunda parte, una de ellas desaprovechada por Di María con un remate que se fue al exterior de la portería de Ospina. Otra amarilla provocada a Cuadrado, una más. Y el delirio definitivo. Inició con un tacón una acción en la que el balón pareció perdido. Fue a por él y lo condujo buscando a Ospina. Cuando todos apostaban a que buscaría la gloria personal, cerró el partido con una asistencia a Di María y San Juan entregado al futbolista más singular que se ha visto en mucho tiempo. Qué espectáculo, Messi.
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