"No sentí ninguna presión en la final de los Olímpicos"
José Reyes Ronfini, árbitro mexicano certificado por la FIBA, ha juzgado tres finales de basquetbol en los Juegos Olímpicos, incluida la de Río 2016.
El silbato de José Reyes Ronfini ha sonado en tres finales de Juegos Olímpicos (Atlanta, Atenas, Río). El pitido ha detenido mates de Gasol, de Ginóbili, de Durant, de Shaquille O'Neal, u Olajuwon. Su vista minuciosa, curtida en Ensenada, Baja California, ha sido testigo privilegiado de las historias que han forjado el basquetbol mundial y mexicano en las últimas dos décadas.
“Tengo 22 años como árbitro internacional. Tengo 31 años como árbitro. Fueron mis terceros Juegos Olímpicos, con final incluida", recapitula Reyes Ronfina a AS México mientras explica el camino que lo llevó hasta las duelas donde se dirime la historia del baloncesto: "No hay otra fórmula para llegar lejos más que el trabajo, perseverancia y constancia. El último entrenamiento que tuve antes de viajar a Río fue cuatro horas antes del vuelo. Mientras el avión se preparaba para el aterrizaje, yo iba pensando: '¿Hay algún otro árbitro que se haya preparado más que yo?'. La pregunta se quedó en el aire. Lo que sí sé es que fueron muchas horas de entrenamiento en lo físico, en lo teórico, en el estudio de los equipos a los que iba a arbitrar".
Impartir justicia en la final de los Juegos Olímpicos emerge, a priori, como un escenario de presión infernal. Sin embargo, para Reyes Ronfini el encuentro que definió el oro en Río 2016, que vio a Estados Unidos capturar ante Serbia su tercera medalla consecutiva, no figura entre uno de los más complicados que haya mediado en su carrera: “No viví ninguna dificultad. En ningún momento sentí esa presión. Sabíamos del juego que se había dado en la fase regular y de lo cerrado del resultado (EEUU ganó 94-91 a Serbia). Íbamos preparados para eso. Uno trata de hacer el mejor esfuerzo, te concentras en el partido con tres horas de anticipación. Fue un juego complejo por cómo lo planteó Estados Unidos, que sacó ventaja temprana, pero el jueceo no se vio complicado”.
Con tantos años de carrera, las anécdotas de Ronfini sobre la duela son material para un libro. Sin embargo, considera que uno de los partidos más significativos de su carrera, por encima de las finales olímpicas (la consecución argentina, la coronación del Dream Team II), fue el Brasil-Argentina, disputado en la fase grupal de Río 2016: "Por la rivalidad y la vecindad entre ambos países. Fue un juego en el que viví una exigencia adicional a lo que regularmente estoy acostumbrado por todo lo que envolvía”. ¿Y sobre los jugadores? ¿Qué estrella le ha rebatido una decisión? ¿Quién le dedicó un grito de desazón cuando su silbato borró los dos puntos del luminoso? Ronfini recuerda a Andrés Nocioni ("Le gusta meter presión a sus adversarios, al arbitraje; es parte de su estrategia") y Pau Gasol, pero matiza: "Todos han tenido muy buena conducta, incluyéndolos. Son emblemáticos en sus selecciones y, por supuesto, tratan de mantener una presión sobre el arbitraje”.
Como integrante de la comunidad del basquetbol mexicano, Ronfini también tiene una opinión sobre el desbarajuste institucional que sufre el deporte en el país. La clave, como en todo, es la voluntad. Dos federaciones paralelas, suspensiones internacionales, directivos enemistados, una liga en ruinas, jugadores diseminados por todo el país sin contratos garantizados. Voluntad. Tolerancia. Cooperación: “Tenemos que reunir a las personas adecuadas que quieren hacerle un bien al deporte. Sentarnos, dialogar sobre lo que se pretende. Hay que tener mucha voluntad conciliadora, voluntad política, voluntad de integración. Aunque yo estoy con la federación que reconoce la FIBA, la ADEMEBA, también estoy consciente de que en la parte de enfrente hay elementos valiosos que deben trabajar de forma organizada y reconocida porque aportan mucho al baloncesto. Los problemas de 'pantalón largo deben ser solucionados por la gente de pantalón largo'. Nosotros (jugadores y árbitros) no podemos hacer más".
Eso sí, a pesar de las inclemencias, Ronfini sigue creyendo que en el futuro y el presente del baloncesto mexicano hay resquicios de luz. "Hay muchas cosas por hacer en el ‘basket’ en México, está creciendo mucho; haciendo poco se nota mucho. Imagínate si hiciéramos mucho a lo que llegaríamos”. Quizá no estar ausente de una Copa del Mundo por 40 años. O tener más de un mexicano presente en la cúspide del baloncesto mundial.