Los novatos récord de los Cowboys asaltan Lambeau
Zeke Elliott y Dak Prescott rompen dos marcas históricas de la NFL y siguen con su racha de triunfos, esta vez ante los Green Bay Packers.
Los novatos maravilla de los Dallas Cowboys suman y siguen. Esta vez, incluso, con marcas que suponen un antes y un después en la historia de la NFL. Casi nada. Dak Prescott ha conseguido ser el quarterback novato con más pases para comenzar su carrera sin ser interceptado; en concreto 176, por 162 del anterior poseedor del récord: Tom Brady; el caso de Zeke Elliott es aún más impresionante, al convertirse en el corredor de primer año que suma cuatro partidos consecutivos por encima de 130 yardas, que se dice pronto.
Y, sin embargo, lo más importante no es eso, sino que se presentaron en Lambeau Field, ante la mejor defensa contra la carrera de la liga, y desmontaron a unos Green Bay Packers sin respuestas ante la sensatez y cordura del juego de unos Dallas Cowboys que se llevaron la victoria por 30 a 16.
La línea ofensiva de los Cowboys les hace la vida muy fácil. Eso es verdad. Dak Prescott es un QB al que se le está exigiendo no equivocarse mucho y dejar que el juego fluya. Contra lo que sucedió en los primeros cinco partidos de la temporada, cometió un par de errores graves en forma de intercepciones. La segunda de ellas de difícil perdón, en su propia red zone. Pero es difícil ponerle un pero a la protección durante todo el partido.
De la misma manera, Zeke Elliott corrió para 157 yardas contra la impenetrable línea defensiva de los Packers. El número es una absoluta enormidad y el mérito es compartido con la línea, que ganó la batalla de trincheras.
Junto a ellos, Terrance Williams, Cole Beasley y Jason Witten funcionaron como un reloj. ¿Qué significa todo esto? Que hicieron lo que se espera de un ataque sobrio y bien engrasado, que esa parte del partido podíamos haberla previsto, si bien con algo menos de exuberancia en las estadísticas.
Lo que pasa es que, como venimos apuntando hace tiempo y como volvió a quedar confirmado, el grave problema de los Packers no está en la defensa sino en el ataque. Hacía mucho, mucho tiempo que la parroquia de Green Bay no asistía a un espectáculo de impotencia similar. Algo que alcanzó un grado simbólico pleno al ser éste el día en que se homenajeaba a Brett Favre con su inclusión en el círculo de honor del equipo.
Su sucesor, Aaron Rodgers, volvió a mostrar esa cara desagradable, ese lenguaje corporal de disgusto y una imprecisión que no se le conocía. Y eso que, al igual que el ataque de los Cowboys, pudo disfrutar de una protección más que notable.
Son sus receptores, que no consiguen separarse de ninguna secundaria. Es Lacy, que se estrella contra muros semana tras semana. Es un plan de juego que limita aa todos y cada uno de los presentes.
Hasta la muy limitada defensa de los Cowboys, la reina del "o conseguimos tres y fuera o vamos a sufrir" estuvo hasta cómoda viendo la inoperancia de sus rivales. O aprovechando que les dio por tirar el balón al suelo ante el menor pretexto. Cinco fumbles (tres con la participación de un gran David Irving) son intolerables para cualquier ataque. Sumemos una intercepción a Rodgers, aderecemos con el hecho de que llevaban nueve puntos hasta casi los instantes de la basura del partido, y entenderemos porque escuchamos algo que habíamos escuchado hace mucho tiempo en Lambeau Field: pitos.
Pitos.
Pitos a los Green Bay Packers dicharacheros y festivos de Aaron Rodgers, los del ataque imparable y la perenne presencia en la pelea por el título. Es muy pronto para eliminarles de nada, faltaba más, pero este ataque no funciona. No lo hace y por eso están 3-2 en la temporada.
En un día en el que, además, los dos rookies récord de la temporada, Dak Prescott y Zeke Elliott, salieron a tocar sus grandes éxitos, como acostumbran, la conclusión no puede ser otra: los contendientes, al menos a mitad de octubre, son los Dallas Cowboys.