Rommel Pacheco dejó escapar la segunda medalla de México
En una noche que estaba llamada a ser gloriosa, el clavadista mexicano no cumplió las expectativas y con un mal arranque perdió toda posibilidad a medalla.
Era una noche de esperanza, de gloria, de esas que convierten un nombre común en el nombre de una leyenda y donde paises completos vitorean aquel nombre, pero lamentablemente la historia terminó siendo otra. Un mal primer y segundo clavado le quitaron toda esperanza de medalla a Rommel Pacheco y no pudo revalidar el favoritismo que tenía para la noche de este martes, llegaba como el segundo mejor clasificado y quedó en el séptimo puesto.
Seguramente será una noche que el clavadista yucateco no olvide nunca, porque tenía todo para brillar y no fue así. En su primer clavado no logró la perfección que necesitaba, saltó muy cerca del trampolín, se descontroló y sólo logró un 45.90 en la primera ronda que lo dejó en último lugar. De ahí en más la historia estaba cuesta arriba, prácticamente escrita; no era imposible, pero casi.
La frustración se notaba en Pacheco, que tras la plataforma se paseaba, se regañaba a sí mismo y trataba de volver a meterse en el punto de concentración que había tenido por la mañana o el lunes. Pero su frustración también pesó al momento de salir otra vez al trampolín. Un segundo clavado que tampoco lo posicionó mejor. Puntuación de 58.80 que no lo sacó del fondo y lo llenó aún más de rabia. Otra vez era el de peor puntaje en la ronda. En este punto Pacheco sabía que la medalla se había escapado. La plata que le había tocado la puerta en la mañana se iba ahora a otro cuello que no era el de él sino que el del británico Jack Laugher, que estuvo al borde de no clasificar a la final.
En el tercer acto reaccionó. Tarde, muy tarde para la aspiración de una medalla, pero a tiempo para levantar su moral y cerrar de una manera más digna la batalla de un guerrero que había hecho todo bien hasta hace algunas horas antes de la gran final. Puntuación de 86.80 y su mejor clavado de la noche que lo hacía escalar, aunque sea, un lugar en el total de la clasificación final. En el cuarto fue parecido al tercero; otra joya de Rommel, aunque esta vez fue levemente castigado por los jueces: 79.20 puntos que seguían dejando a Pacheco en el undécimo puesto. La reacción tardía pasaba la cuenta.
En la recta final, Rommel encontró la mentalidad y la ejecución que necesitaba desde el comienzo. Cerró de manera decorosa, pero muy lejos de lo que buscaba. En el quinto salto puntuó 84.00, su segundo mejor salto de la noche y ascendió un puesto más.
El final fue mágico. El mexicano tuvo el mejor clavado de la ronda entre todos los participantes, igualando con el chino Yuan Cao, con una puntuación de 96.90 y un total de 451.20 puntos, a 47.70 del podio y a 72.65 de aquella plata que era de él. Tuvo el cierre que tenía que tener para quedarse con la plata, lo hizo tal como lo había planeado, pero fue el inicio, ese fatídico inicio, lo que lo dejó sin nada colgado del cuello. Una noche triste para Rommel Pacheco, una noche triste para su familia, para Yucatán y para México. Dos pequeños errores, pero grandes a la vez, imposibilitaron la noche dorada -o plateada- de su carrera. Rommel Pacheco sólo acabó en el séptimo puesto y le dijo adiós al sueño del Olimpo.