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PUMAS VS CHIVAS

'El Gullit' y Jair Pereira dan la victoria a los Pumas

Universidad inició con el pié derecho su participación en el Apertura 2016 al vencer al Rebaño gracias a un autogol de Pereira; Peña falló un penal en el 90'.

México DF
'El Gullit' y Jair Pereira dan la victoria a los Pumas
OMAR TORRESAFP

15 de mayo de 2016. "El Gullit" Peña, frente a Hugo Rodríguez. Él balón que reposa sobre la mancha de cal. Peña inicia la carrera hacia el cuero, hombros contraídos, los rizos bamboleando, el cuerpo ladeado, el pie derecho con el borde interno abierto, el balón encendido, el travesaño retumbando. 60 minutos después, las Chivas de Guadalajara salían del Estadio Azteca con billete de vacaciones sellado; no hay premios para el pazguato. 

El verano tiene, en la terminología futbolística, una connotación curativa. Los nuevos bríos, el nuevo amanecer, el aire fresco; el nuevo sol. El sol de verano, purificador, habría de bañar el césped de Ciudad Universitaria y exorcizar los demonios del semestre pasado. Paco Palencia, como el chamán que regentaría el ritual. Pero el ceremonial también habría de expiar a las Chivas de Almeyda, siempre perseguidas por el mal agüero, y Peña, cuyo impacto que aún retumba en el travesaño norte del Azteca sentenció a sus compañeros a la guillotina. 

Saúl Berjón, desembarcado de Eibar, tierra de buenas nuevas, fue el encargado de desempolvar el cerrojo. En él están encomendadas las esperanzas de Palencia y los vituperios de la feligresía universitaria. Berjón casi corta el listón pero tuvo el mal tino de despertar un segundo antes; el centro de Barrera no encontró destinatario. En el otro frente, los desbordes de Brizuela eran la única luz en el camino del Rebaño Sagrado. Eso y un inusitado pase a profundidad de Salcido rematado de primera intención por Zaldívar. Sobre el final del primer tiempo, Chivas y Pumas se intercambiaron insinuaciones por vía de Britos y Salcedo. Lo cierto es que el máximo peligro que se sintió sobre el campo de juego en la primera mitad fue cortesía del choque de cabezas entre Salcedo y Herrera, mismo que motivó que Ramos Palazuelos decretara el descanso. No hubo sangre, para mala fortuna de los ávidos de exaltación.

De vuelta al campo, el sol veraniego parecía desfallecer cuando un Jair Pereira confundió un balón aerostático de Abraham González con un bombón. En su afán de evitar el tanto de Herrera, convirtió en propia meta. Pereira encarnó el axioma del guerrillero: mejor morir a mano propia que capturado por el enemigo. Almeyda echó mano de todo su poderío armamentístico (Calderón, Bueno, "La Chofis) y obligó a que Palencia atara a Barrera y Fuentes. Las ocasiones se sucedieron, aunque sin la sensación de sofoco que caracteriza las ofensivas desesperadas. Tiros kilométricos de Peña y Calderón, una volea de Salcedo. Eso, insinuaciones sin pasión. Asedio sin peligro. Palabra sin fuerza. 

En ello, Cisneros accionó su revólver y la bala impactó en el antebrazo de Quintana, quien merodeaba frente a las narices de Palacios. Ramos Palazuelos dictaminó y Peña retornó al 15 de mayo de 2016, con la diferencia de que su tiro, en esta ocasión, fue detenido por 'Pikolín'. El verano, decíamos, se encarga de quebrar los círculos vicioso. Pero, por supuesto, hay algunos que necesitan más que una descarga de energía solar para derrumbarlos.