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Diario de la Copa América

Día 17 - Final

San Diego, Phoenix, Los Ángeles, Houston, Santa Clara. Un camino lleno de historias recogidas gracias al fútbol.

San FranciscoActualizado a
La despedida de la Copa América
Eduardo López

Decía Paul Morand que "un viaje es una nueva vida con nacimiento, crecimiento y muerte". Razón no le falta. El trayecto inicial está cargado de expectativa, nuevos bríos y un dejo de misterio; el regreso está cargado de recuerdos, nubes anaranjadas, puestas de sol, la habitación luce más desolada y el aire es más fresco. La vuelta es la melancolía del círculo cerrado, esa acción tan temida por el ser humano, ávido de dejarlo incompleto para que el relato nunca termine. El viaje, en sí mismo, implica una tragedia, en el sentido griego de la palabra: fuerza al humano a dar muerte a su historia.

El viaje también alimenta. Recorrer los entresijos de un país en ebullición, inmerso en un proceso electoral que lo ha partido por la mitad, donde conviven el encono y la pesadumbre con la ilusión y la camaradería. Estados Unidos es un mosaico inacabable expuesto al sol, refulgente, hirviente. Sus destellos, a lo lejos, ciegan; hay que agacharse para apreciarlo piedra por piedra, color por color, brillo por brillo.

Desde la familia mexicana que pasó de atender un KFC a regentar un autolavado en San Diego; los uruguayos contratistas de Las Vegas que manejaron hasta Phoenix; la venezolana que huyó de su país y se refugió en Miami; el sonorense que alcanzó a sus tíos en Los Ángeles; el poblano que migró a San Diego que, al mirar a su alrededor, a su vástago licenciado, a su automóvil funcional, a la parrilla a desbordar, alzó la cabeza y mustió con los ojos vidriosos: "Lo he logrado. A puro huevo".

Y la rectitud de San Diego, el infierno de Phoenix que hacía de una caminata de 50 metros una prueba 'Iron Man', el salvajismo contradictorio de Los Ángeles, ilustrado a cabalidad por el incendiario Mickey Mouse de Hollywood Boulevard, enfurecido por verle sin ofrecerle propina, el magnetismo de Houston, el espíritu libre de Santa Clara; los sicofantes de Bernie Sanders colonizando los puentes angelinos con sus proclamas 'antiplutocráticas'. Estados Unidos es todo esto. Y más.

Y todo esto también es fútbol. Y más.