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Selección Mexicana

'Chicharito' maquilla a México

El Tricolor no dio su mejor partido ante Chile, pero terminó sacando la victoria con gol de Javier Hernández al 86'.
San DiegoActualizado a

'Chicharito' maquilla a México
Mexsport

Javier Hernández rumió los primeros 77 minutos del partido de su cumpleaños en el banquillo de suplentes. A su alrededor, San Diego le rendía pleitesía. Hernández correspondió. Siempre lo hace. Su cabezazo de manual maquilló una dudosa puesta en escena de la Selección Mexicana; sometida a la improvisación, desprovista de pasión. Quedará, para el registro y la crónica, su quincuagésima aparición sobrenatural y el nuevo récord de imbatibilidad. Y alguna duda, por demás justificable, que Osorio no podrá esquivar.

El partido empezó cuando Puch tiró por la borda una joya que había robado Alexis Sánchez, futbolista a propulsión. La ‘overtura’ fue toda una declaración de intenciones: Vidal, cabezazo y tiro sin pólvora, consiguió que Talavera echara un ojo a sus aposentos. A México, de oscuro, le alumbró Corona, un nigromante que ejerce de futbolista. En su retaguardia, Mena y Alexis aprovecharon que Araujo y Aguilar vagaban por el Balboa Park. La asociación generó un centro del primero que terminó con un remate alto del segundo; y los brazos cruzados de Osorio, el murmullo de la tribuna, el cielo que se encapotaba otra vez.

En ello, Mena resolvió una carambola y Puch, tiro imposible, van Basten en Múnich, envió la pelota al travesaño (auxiliado por las cutículas de Talavera). El partido, gobernado por Vidal y Díaz, no admitía oposición alguna. En la tribuna, la situación era radicalmente distinta. El grito ‘plutónico’ se acercó al umbral del dolor auditivo, suficiente para ser escuchado en Tijuana, y el ‘Sí se puede’ de las causas perdidas resonó cuando el cotejo entró en coma. El electrochoque que lo revivió fue la barrida contra el césped de Vidal, rodilla por delante. Cuando la picazón amainó, advertimos que la rótula del ‘Rey’ seguía en su lugar, y que el primer tiempo había terminado.

Con Guardado en el campo, primer pinto en la lista de tinta roja de Osorio, México encontró una linterna para iluminar los espacios negruzcos en los que había incursionado. Guardado, el faro, descubrió a Oribe y a Jiménez, devorados por la negrura del altamar. Peralta, sin embargo, ya no tenía compostura. Osorio llevó el barco a puerto y levó las anclas del buque de guerra-Hirving Lozano. Mientras Osorio bosquejaba su nueva ofensiva, Vidal elevó el cuero y Alexis, balón y talón, aumentó el catálogo de fallos.

El faro Guardado reventó y México volvió a las tinieblas. Dueñas nunca terminó de instalarse, Layún se citó con Alexis, Vidal y Michelle Bachelet para dirimir diferencias a puño cerrado, y Jiménez emuló la soledad de Bai Yun (el panda gigante). Entonces, Osorio insertó a Chicharito, decisión tan demagoga como imperativa. Su parietal, glorificado en Leverkusen, generó la primera ocasión mexicana en 82 minutos. Premonición, a decir verdad. En un pestañeo, Layún colgó, suavemente, fuera tan fácil, y Chicharito remató, en su rol de asesino infalible. Feliz cumpleaños, weón.