La rebelión del 'Pelado'
Desde que Ramón Ángel Díaz tomó las riendas de Parguay, los guaraníes han mostrado otra cara, ya no son los mismos que quedaron fuera de Brasil 2014.
La cabeza baja de Francisco Arce, los manoteos de Gerardo Pelusso, los lamentos de Víctor Genes. Tres técnicos pasaron por el timón paraguayo camino al Mundial de Brasil 2014; el barco, no obstante, naufragó. Empates ante Venezuela, goleadas contra Ecuador y Argentina. La 'Albirroja', invitada casi 'de facto' a las últimas Copas del Mundo (infaltable desde Francia 98), no adquirió boleto rumbo a Brasil, el Mundial a la vuelta de casa. La Selección del 'Tata' Martino, que estuvo muy cerca de cimbrar al mundo con la eliminación de España en 2010 (saludos, Carlos Batres), quedó reducida a cenizas en solo tres años. Del octavo lugar mundial, al último puesto de Sudamérica. Lamento guaraní.
Ramón Ángel Díaz, insignia de River Plate, tomó la oficina de director técnico a finales de 2014. "El desafío más importante de mi carrera", apostilló 'El Pelado'. Los resultados fueron inmediatos: Paraguay dejó el oscurantismo y escaló hasta las semifinales de la Copa América de Chile, donde fue apeado sin piedad por la Argentina subcampeona (6-1). Eso sí, en el camino arrancó empates a la 'Albiceleste' y Uruguay y despachó a la paupérrima Brasil de Dunga por segunda ocasión consecutiva del torneo con la misma fórmula: la extrema disciplina, y los penaltis.
Sin retocar la genética del seleccionado (rudeza, orden casi inquebrantable, fortaleza en el juego aéreo ofensivo y defensivo), Ramón Díaz ha añadido las dosis adecuadas de intensidad y cohesión, mera potestad del técnico, de las que adoleció la 'Albirroja' camino a Brasil. La muralla guaraní esta custodiada por Justo Villar, imbatible bajo palos, reflejos felinos, en activo desde los tiempos de Chilavert; una reliquia. Frente a su eterno guardián, la línea trazada por Gustavo Gómez, Paulo Da Silva, Pablo Aguilar y Miguel Samudio, es impenetrable. Un escudo a prueba de misiles. Samudio y Gómez tienen vocación de ida y vuelta, pero les puede el corsé que les abrocha "El Pelado". Para sus incursiones, deben pagar una cuota que Díaz no siempre está dispuesto a ceder. El doble pivote lo dominan Ortigoza, la versión paraguaya de Gravesen, y probablemente Celso Ortiz, escudero del AZ Alkmaar, en sustitución del lesionado Richard Ortiz. Hacia el frente de ataque, Díaz suele estirar a su equipo. Los dos Benítez, Jorge y Edgar, habilitados como extremos, hábiles para encarar y supersónicos para explotar los espacios. En punta, Derlis González, la revelación de la última Copa América, y Juan Iturbe, ariete con la potencia del mejor Haedo Valdez.
La pizarra del 'Pelado', consiente de los recursos y la esencia del equipo, apuesta por el orden de su retaguardia y el duelo de vencidas en el centro del campo. Además, da rienda suelta a la libre expresión del dúo Benítez, que le dota de amplitud y cambio de ritmo. Transiciones rápidas que pueden derivar en contragolpes mortíferos, apuntalados por el olfato de Derlis e Iturbe. Una Paraguay tan rocosa como flexible. No es más el caramelo insípido de 2013. Es un mate robusto y poderoso. Paraguay está de vuelta.