Jair Pereira deprime al Atlas y llena de esperanza al Rebaño
Un cabezazo del defensor en tiempo de compensación dio la victoria a las Chivas en un Clásico soso. Grandes atajadas de Cota y Ustari. El Atlas, último lugar.
Pasó lo que suele suceder con los partidos extremadamente publicitados: su devenir no coincidirá con la expectación generada. No obstante sus picos sobre el final, el Clásico Tapatío solo arrojó un titular: Pereira remató y el Atlas sufrió. Poco hubo hasta llegar a él, pero indagaremos en ello y diremos que los rojinegros se han llevado un castigo inmerecido del Estadio Chivas. Costas deberá aprender, si es que no sabe, el axioma por antonomasia de los Clásicos: la meritocracia no existe.
Almeyda detectó, de inicio, un agujero entre Madueña y Márquez. Hernández se hizo un banquete en sus excursiones a aquella tierra desocupada. Trazó dos pases filtrados para que Bravo ajusticiara a quienes, en algún momento, le dieron asilo. El delantero sigue sin estar en vena. Ustari, reflejo felino, atajó uno y acunó otro. Del Atlas solo supimos que Costas construyó una muralla por delante de Ustari con engrudo y papel maché. Apenas asomaron Arizala y 'Ponchito' (con énfasis en el diminutivo). Las Chivas quisieron sacar tajada. A Bravo también le gustó la pradera desguarnecida; desborde y pase hacia el corazón del área: Brizuela no programó el despertador y llegó tarde.
En los primeros minutos de la segunda mitad, el partido cayó en arenas movedizas. Hubo música de labios para Rafael Márquez (seguro le gustaban más los conciertos al aire libre en Barcelona), punterazos del 'Gullit' Peña, tiros de Brizuela con dirección a la pared. Entonces, 'Ponchito' quiso enterrar su diminutivo y se inspiró en Maxi Rodríguez: control con el pecho desde el vértice, impacto de volea, el balón en viaje imperial hacia la meta. El resultado fue el que ha protagonizado los sueños de los aficionados mexicanos desde 2006: travesaño y el susto. Lástima, 'Ponchito'. La pintura despertó al Atlas, que se envalentonó. Arévalo recargó combustible y persiguió a Brizuela y a Pineda hasta el fin del mundo, al tiempo que Bergessio y 'Ponchito' encontraron laderas inmensas por delante.
Entonces, Bergessio acunó la pelota con su borde interno derecho y Cota voló para alejarla. Cuatro minutos después, la jugada tuvo réplica en el lado contrario: 'La Chofis', testimonial hasta entonces, pintó un cuadro que Ustari adornó con su planeo. Los arrebatos subieron el voltaje al partido. A Costas, al parecer, no le parecía mal negociar el empate, pero Jair Pereira tenía otros planes. Con un cabezazo a la salida de un tiro de esquina, de esos que patentó Rafael Márquez (arranque desde el punto de cal, salto con la frente ligeramente inclinada) finalmente venció a Ustari. A cada milímetro de viaje, el cuero se alejaba aún más de los dedos del arquero. El Estadio Chivas bulló. Y las Chivas se llenan de esperanza. Y al Atlas le espera el diván.