Triveiro y Vega catapultan a los Diablos a los octavos de final
Con su victoria ante Liga de Quito, el Toluca amarró su pase a la segunda fase del torneo continental como líder del Grupo 6.
El Toluca ha perfeccionado el arte del disimulo. Mientras vagabundea por la LigaMX, ha comprado billete para los octavos de final de la Copa Libertadores.
Quizá sea mero desdén (¿La liga? Nah, eso qué) o una maravillosa puesta en escena del engaño. Los Diablos, invictos en Copa, incursionarán en terrenos que le fueron negados en 2013, y de los que fue apeado, con humillación de por medio, por el Cúcuta, en 2007. Gracias a Triverio y Vega, dirán. Sí, y también gracias al disimulo. Y a su urgencia por inscribirse en la historia.
El electrocardiografo de la Liga fue accionado por una bella media chilena de Morales que terminó en el ático. Después, una asistencia divina del susodicho, citó a Estupiñán con Talavera. No. El destino no es tan cruel. El meta mexicano, con un ademán ‘casillesco’, evitó que un Estupiñán congelara el infierno. Vituperio (sigue descansando en paz, Ítalo). La activación de los Albos electrocutó al Toluca, que perdió color conforme Morales ejercía de Rafael Correa en el centro de campo; ordenes por aquí y por allá. De repente, Puch se dibujó una diagonal que limpió a Flores y Galindo; el espacio ganado, una llanura, le valió para probar su bomba nuclear. Talavera tuvo que apagar el fuego de sus redes.
El instante de mayor debilidad es el inmediatamente posterior al anotar un gol, reza un viejo adagio del fútbol. Tan vetusto como inexacto. Lo cierto es que el Toluca probó, con éxito, que los tópicos tienen cabida en cualquier momento. Centro de Rodríguez, frentazo de Triverio (¿offside?) y remate de Vega sobre la línea de cal. El gol más fácil de su vida. También el primero. La hinchada reformó su repertorio de vítores. Resonó el noño “chiquitibum” antes que cualquier alusión injuriosa a la sexualidad del guardameta Domínguez. Al menos, por un rato.
Tras el gol de Vega, La Bombonera se recuperó a sí misma: el ‘Diablos, Diablos’ cada corpus, la tambora y la trompeta de Sol y Sombra Preferente, las rezongas infernales, casi abalanzados sobre el árbitro Argote, cuando Madrid y Benavídez se pintaron de amarillo, el colosal grito plutónico contra Domínguez; se habrá escuchado en el Nevado de Toluca. Antes del entretiempo, y la lluvia, Da Silva inquietó a Domínguez con uno de esos envenenados desvíos de coronilla, tan suyos, y Morales comprobó que solo tenía una bomba en su arsenal.
De vuelta al campo, Argote siguió haciendo méritos para ganarse el título honorífico de persona non-grata en Toluca: borró de los registros un tanto de media vuelta de Triverio. La Liga siguió dependiendo de los dotes nigromantes de Morales, futbolista con el pie de Aguinaga y los músculos de Messi. Morales hizo agua entre el ‘unipivote’ que planearon Cardozo y Huerta: Ríos quedó a merced de las triquiñuelas del joven Diego. Cuando el partido caía en un pantano, Cueva colgó, Da Silva colocó y Triverio clavó el segundo, tirado sobre el césped, tan heroico. El triángulo perfecto. El Nemesio Diez explotó como el Cotopaxi.
Al Toluca no le importó dormitar con el forastero rondando sus aposentos. El partido terminó en chiringuito dominguero, con alguna dosis de drama. La parroquia pidió a Uribe y Huerta estuvo de complacencias. El Toluca se jugará la vida en las llaves de eliminación directa. Otro torneo. Uno infernal. Místico. Enternecedor. Donde no le bastará el disimulo. Que lo sepa de una vez.