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CRUZ AZUL VS MONTERREY

Recital celeste y tragedia regia

Cruz Azul, sin Tomás Boy en el banquillo, trituró al Monterrey con doblete de Benítez, uno de Mendoza y otro más de Giménez. Los Rayados podrían ceder la punta.

México DFActualizado a
'El Chaco' Giménez convirtió el cuarto gol de su equipo.
'El Chaco' Giménez convirtió el cuarto gol de su equipo. YURI CORTEZAFP

El Cruz Azul trituró al Monterrey en un ejercicio enternecedor de fútbol dinámico, fogoso, inclemente. Los goles de Benítez, por partida doble, Mendoza y Giménez, iluminación celestial mediante, delinearon una victoria trascendental de la 'Máquina' ante unos Rayados que arrastraron la insignia de líder absoluto en el Estadio Azul. Sí, superlíderes. El resultado no les deja bien parados, por supuesto; menos a sus rivales anteriores. 

Lo cierto es que la Máquina arrasó a los Rayados desde el primer segundo. Como el púgil que se abalanza sin piedad sobre un rival cuyo plan inicial era tantear. La fogosidad azul no tardó en dar resultados. Omar Mendoza colgó en la escuadra un segundo cabezazo en el área. Quién dice que las dianas de testa no son bellas. Mendoza demolió el paradigma. El tortazo no espabiló a los Rayados, que siguieron pernoctando. Joao Rojas avisó que la Máquina no se guardaría el volado de derecha. Entonces llegó el segundo porrazo: pase interno de Vázquez, 'stacatto' sobre el violín, y caricia de Benítez a la cruceta. Golazo. Y ni así los regios salieron del estado de coma. Cardona, extraviado; Pabón, en Colombia, Funes Mori, alerta Amber. Mohamed, en el diván. 

El Cruz Azul, hidrocarburos en las venas, siguió ensañado con el Monterrey, convertido en un trapo. Lo que ocurrió después es obra del karma. Funes Mori, mano camino a su espalda, detuvo un fogonazo de Vázquez en su esmero por esquivarlo. García Orozco sentenció. Ni aunque te quites, dicen. Guerrón, cansino, entregó el cuero al meta regio. Ni aunque quieras, dicen también. De vena sí está Benítez, al menos eso creíamos, menos obtuso que Guerrón y más cándido que Vázquez. A cinco minutos de la campana, Rojas penetró entre Ayoví, Gargano, Basanta y el 'Cerro de la Silla' y citó a Benítez con Orozco; el 'Conejo', ademán de Ronaldo, punteó hacia la derecha y definió a marco abierto, con el meta clavado al césped. Fin del primer acto. Aplausos. Bravo. 

Tras el intermedio, transcurrido entre empujones, recordatorios maternales y vendimia de tarjetas amarillas, la Máquina resopló y el Monterrey recobró la conciencia. Quizá demasiado tarde; cuando lo hizo, la sangre le borbotaba por la artería femoral y tenía el brazo derecho amputado. Cándido Ramírez probó el chaleco antibalas de Corona y Cardona se estrelló con Mendoza y Domínguez, sus guardaespaldas de la tarde, más eficientes que el servicio secreto estadounidense.

En el otro extremo, Orozco contuvo una querella del hiperactivo Rojas. Eso sí, Cruz Azul no necesitó más pretensiones. El camino lo tenía allanado. La Máquina reposó con el cuero, sin él, acurrucado por el fervor de su estadio, que día a día parece recobrar sus colores. En eso, el 'Chaco' Giménez irrumpió en la tarima. 'El Chaco', más allá del bien y del mal, juega con bendición celestial. Su primer contacto con el balón terminó en las mallas, cabezazo clínico, bellísimo, zambullido, inalcanzable; al rincón derecho de Orozco. Flashback al Clásico Joven del sábado pasado. Reseñar las piltrafas de Pabón sobre el final sería ocioso. El Azul ganó esperanza, es la noticia. Y que Mohamed volvió a perder 4-0 en la Nochebuena casi dos años después, con otro equipo. También.