Heroica 'Máquina', victoria y remontada con 10 hombres
Cruz Azul labró con épica su primera victoria del Clausura 2016. Sufrió la expulsión del 'Maza' al 19' y remontó en la segunda parte con goles de Benítez y Leao.
Minuto 46. El Cruz Azul está en la lona. Un tren destartalado, ruin, oxidado, su pitido desinflado, sus ruedas apolilladas. Ya le han atracado en su viaje de la tarde del sábado. Desprovista de carbón, carcomida por el oxido, la Máquina se enfila al despeñadero. Avilés Hurtado transita con una bomba en los pies. Al activarla, los rieles que conducen a la Máquina explotarían y ésta, sin vía que le conduzca, entraría en descontrol, incapaz de detener su marcha hacia el precipicio. Ocurrió que Avilés Hurtado dejó la bomba lejos de los rieles. La devastación no causó más que un susto. Una exhalación por donde escaparon el terror y la zozobra. Un segundo, un instante, un centímetro, una decisión.
Minuto 0. El Cruz Azul atacó al jaguar. Cada tarde en el Azul es una nueva protesta de fe, simple y llana fe. Un credo que debe ser renovado cada 15 días porque, de lo contrario, la feligresía caería en la desesperanza. Corona, un santo para la parroquia celeste, debía mantener intacta la creencia. Los rezos de la congregación le inspiraron para alejar la amenaza de Silva. En el otro extremo, Jorge Benítez, monaguillo bisoño, ávido, hiperactivo, hacía méritos para ser ascendido a sacerdote. Tiene casi todo: el verbo, el conocimiento, la pasión a su empresa. Todo menos la sabiduría. Sus plegarias, miles, no fueron escuchadas. Se elevaron hacia el cielo hasta desvanecerse en su vuelo. Una tras otra.
Minuto 19. El 'Maza' Rodríguez, algo parecido a un fariseo para la parroquia cementera, fue exiliado del partido. El juicio, no exento de polémica, era condenatorio. Entonces la 'Máquina' entró en depresión. Y Corona, entonando el credo, otorgó a sus fieles una serie de apariciones milagrosas. Se manifestó, providencial, ante un cabezazo de Silva. Entonces, el partido evolucionó en una eterna 'oración de los fieles': todos rezando por las necesidades propias. Guerrón falló con las puertas del templo abiertas de par en par tras eludir a Jiménez; Benítez bajó con el pecho una pelota y golpeó un satélite y Montaño juzgó un robo de pan como un asesinato a mano armado. ¿Falta de Aldo Leao sobre Silvio Romero? La única certeza es que el rezo chiapaneco fue escuchado. Romero comulgó y celebró.
Minuto 47. La crónica bien pudo haber terminado aquí. Pero no. Un segundo, un instante, un centímetro, una decisión. Todo cambia, hasta con el aletear a una mariposa. Benítez siguió apuntando al firmamento. Pero, al final, los hombres de fe obtienen recompensa. Leao rescató una causa perdida, Guerrón fintó y Benítez rompió el cerrojo. Siguió la oración de los fieles: LaVolpe suplicaba por una intervención celestial que contuviera a dos demonios apellidados Benítez y Guerrón, Corona tapó una acometida de Avilés y Aldo Leao, otro entusiasta, irrompible dogmático de la estética, dominó con la coronilla y remató con furia para someter a Jiménez. Un gol, la diferencia entre el apocalipsis y la expiación, la diferencia entre cuatro sin ganar y cuatro sin perder; entre el cáliz 'medio lleno' y 'medio vacío', entre creer y no creer. Un gol. Un segundo, un instante, un centímetro, una decisión. Minuto 46, ay, el minuto 46.