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LIGA MX

Furch rescata al Tiburón ante un Rebaño misericordioso

Las Chivas dominaron, pero no pudieron rematar a un Veracruz que jugó 67 minutos con 10 futbolistas. Estreno goleador del 'Gullit' Peña y buena actuación de Orbelín.

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Furch rescata al Tiburón ante un Rebaño misericordioso

Matías Almeyda salió de pesca y capturó a un poderoso escualo; cuando se prestaba a clavar la lanza sobre sus fauces, no advirtió que aún seguía vivo. La mandíbula, certera y mortal, se prensó sobre el brazo del capitán del barco. Qué dolor, sí. Qué doloroso es sufrir cuando segundos antes no hacías más que pensar en cómo regodearte en tu molicie. 2-2, con estreno del 'Gullit', ayuda inesperada de Zamora y mordida final de Furch. Una tragedia sobre el final de una opereta cómica. 

Los Tiburones de Reinoso se presentaron en espíritu en el Omnilife del Rebaño en cuanto Miguel Ángel Flores decretó el inicio de la temporada de pesca. Percutían Peña, Pineda y Brizuela, mientras Noya, Leobardo López y Calvo solo veían el polvo que dejaban a su paso. Un cuarto de hora: una postal de Pineda se elevó gracias a la intervención de Calvo y Peña la recogió, zambullido, sobre el segundo poste. Las lágrimas de su despedida de León se transfiguraron en sonrisas nimias. Algo es algo. 

Reinoso no quiso sucumbir. Sus escualos arremetieron y embistieron la balsa de Almeyda: Albín se encontró con el cuerpo valiente, como torero entregado a su suerte, de Rodríguez. Peñalba, por mal histrionismo, fue desterrado del partido por Flores. La herida, una estaca que le perforó la aleta dorsal, no desangró al tiburón. Entonces, Villalva puso el balón en juego, Calvo le inyectó veneno, Furch volvió a topar con Rodríguez y Leobardo aprovechó el caos para empujar el empate. 

Tras el descanso, Veracruz modificó radicalmente sus planes y solo buscó protegerse. El Rebaño redobló su apuesta. Un remate de Bravo, a pase de vaselina de Ponce, fue borrado por el banderín del liner. La jugada, emoción extirpada, antecedió un gol auténtico: Javier López, dinamita que tenía guardada Almeyda en un compartimento de su navío, descuartizó a Furch y Emilio López y envió el balón a los pies de Zamora, quien batió a su guardaespaldas. Prosiguió el regodeo rojiblanco: posesión, presión y precisión. Las tres 'p' sacrosantas. Una ocasión tras otra, de Bravo, de Peña, todas con un mensaje misericordioso entre líneas: no importa la tortura, siempre habrá oportunidad para la salvación. Y cuando Almeyda respiraba aliviado y drenado, agazapado en su pequeña balsa, como 'El Viejo' de Hemingway, Villalva trazó y Furch mordió: disparo fulminante a primer poste. La herida, no obstante, es curable. Dependerá de Almeyda encontrar antídoto en medio de la tormenta y el mar violento.