Águilas y Camoteros firman un pacto de no agresión
El América de Ambriz inició el año de su centenario con empate a cero ante el Puebla en el Estadio Azteca. Moisés Muñoz tuvo dos atajadas de mérito en el segundo tiempo.
Tregua post-navideña en el Estadio Azteca. América y Puebla extendieron la bonhomía decembrina y optaron por consentirse en su debut en el Clausura 2016. Poco que reseñar más allá del referéndum en contra de Ambriz y la confirmación de las aptitudes emprendedoras de la Franja; esquivar el descenso le parecerá un desafío poco encomiable. Cero a cero nebuloso, el devenir de ambos es imposible de dilucidar.
Dos bólidos con los circuitos congelados, la marcha averiada y el freno de mano atorado. Ni los nuevos bríos del nuevo torneo espabilaron a azulcremas y poblanos. El partido comenzó con un aviso de fuego amigo: Aguilar casi emboca en propia meta pero la escuadra le salvó las papeletas. Más adelante, Rojas citó a Alustiza de cara al gol pero el argentino, con ademán de avestruz, enterró la cabeza en el césped y Muñoz absorbió la descarga. Las emociones corrían por encargo del Puebla y el América seguía de siesta: Flavio Santos envió un satélite en órbita antes de que Benedetto ensayara una curva que terminó en la Autopista del Sol. El primer tiempo murió entre el tedio y espesura.
Las 'Águilas', más cándidas, intentaron zarandear a la valerosa Franja tras el descanso. Un pase interno de Quintero desde la parcela derecha citó a Oribe con Campestrini, pero el hombro del guardameta bloqueó el intento del ariete. Acto seguido, un brochazo de luz entre la maraña de negros: ilusionismo de Alustiza en terruño crema; vuelo colosal de Muñoz para desactivar la prueba nuclear; acrobacia de Toledo, prolongación de Bermúdez y contención de 'Moi'. Todo a velocidad luz. El hielo se rompió. La insinuación casi petardea el esfuerzo diplomático para dejar morir el partido.
Tras el obús de Arroyo a balón parado manoteado por Campestrini y una bolea de Benedetto, con el cuerpo contorsionado, la pierna derecha prodigada y el torso inclinado, el partido murió con disimulo. 0-0 definido por la diplomacia. Pero, sabemos, la inacción política conlleva descontento, revolución, energía contenida. ¿Soportará la feligresía americanista más pactos de paz en tiempos de guerra?