¡Cuiden los dedos, jóvenes!
No todo lo que viene de Europa es mejor que lo nuestro, no es el caso pensar así, pero en el caso del novel atacante Sergi Guardiola, despedido del Barcelona a escasas horas de haber firmado contrato, por un par de tuits en los que despotricaba contra el club y Cataluña, es un tema al que deberíamos ponerle algo de atención.
Hace nada, en Guadalajara vivieron un caso similar con Carlos Salcedo, pero habría que aclarar que aunque el defensor apoyó abiertamente al América (enemigo número uno de la causa Rojiblanca), jamás insultó a las Chivas ni mucho menos a la ciudad, simplemente llamó GRANDEEEEE al equipo de sus amores, las Águilas de Coapa.
Un caso bastante similar vivió Raúl Jiménez a su llegada al Atlético de Madrid, luego de que se hicieran públicos unos posteos en franco y abierto apoyo al gran rival colchonero, el Real Madrid. En esos dos casos privó la sensatez y ambos futbolistas pudieron hacer respetar sus contratos y, sobre todo en el primero, defender con calidad y talento sus nuevos colores.
Sin embargo, el asunto del joven ex jugador del Alcorcón, sí que deja espacio para ser tratado con mayor dureza. No me parece que la iracunda reacción catalana se debiera a las preferencias madridistas del muchacho ni al hecho de haber escrito que no contrataría a Messi porque le parece que “dificulta” el juego, lo que dolió fue que hubiera escrito “Hala Madrid y Puta Cataluña”.
Los sentimientos de un futbolista deben ser respetados por sobre cualquier negocio, uno no nace sabiendo con quién se va a enrolar en la vida profesional y claro que es válido ser profesional y rendirle a un equipo al que “odiaste” de pequeño, pero que años más tarde creyó en tu capacidad. Pero debe ser entendible que una directiva se sienta profundamente ofendida, con un insulto como el que redactó Sergi en su cuenta de Twitter.
AHORA, permítanme abogar un poco (sólo un poquito) por el estúpido tuit del muchacho en cuestión. Ya alguna vez un joven aficionado italiano eludió la cárcel después de haber sido acusado de “graves ofensas” contra la patria, tras ser sorprendido quemando una bandera de su país en un estadio de futbol, a manera de protesta contra el mal desempeño de su seleccionado. ¿Y saben por qué fue perdonado?, pues precisamente porque el juez comprendió que el objeto que quemó el hincha fue el de un representativo de futbol y no el de la nación. ¿Me entienden?, el contexto cuenta. No sé si Guardiola odie Cataluña ni si se trata de un joven sano, pero sé bien lo que este deporte genera en ciertos jovencitos que pierden el control de sus emociones y sueltan los dedos con mucha facilidad.
Así que no creo que se trate de una persona peligrosa que esperó a que lo contrataran para atentar contra Cataluña, pero sí de un desubicado muchacho que este lunes (espero) aprendió que una cosa es gritar con tus amigos, durante un partido de futbol y otra muy distinta escribir los improperios en tu cuenta de Twitter… sobre todo si quieres llegar a ser o ya eres un futbolista profesional.